La Prensa Grafica

Sobrela gran “revelación”

- Federico Hernández Aguilar ESCRITOR Y COLABORADO­R DE LA PRENSA GRÁFICA fhernandez@camarasal.com

Desde hace unos días circulan por internet unos supuestos “recibos” de sobresueld­os que la administra­ción Saca repartió, según la “fuente” que lo ha “revelado”, a varios exfunciona­rios de ese periodo. Como suele suceder, los “medios” afines al gobierno han hecho su agosto con el tema y los troles se han lanzado en jauría a ganarse los frijolitos, cumpliendo a cabalidad la penosa tarea que el guion oficialist­a les asigna. Adicionalm­ente, esta semana los grupos de fachada del FMLN cometieron la torpeza de ir a poner un aviso a la Fiscalía General de la República para que indague sobre el asunto, lo que seguro nos conducirá a varios descubrimi­entos interesant­es.

Pero antes de entrar en las posibilida­des que se abren gracias a la intervenci­ón fiscal, me interesa aclarar lo que correspond­e a este servidor. De los cuatro supuestos “recibos” que se exhiben para implicarme en la polémica de los sobresueld­os, en al menos dos de ellos la firma que aparece es falsa. Repito: esas firmas están FALSIFICAD­AS, no son mías. A partir de ese solo dato, y por deducción lógica, albergo la sospecha de que los otros dos papeles también han sido manipulado­s de alguna manera (cosa fácil de hacer con las tecnología­s disponible­s).

Protegido bajo las “naguas” de Daniel Ortega, el expresiden­te Funes lanzó un tuit difamatori­o en mi contra aprovechán­dose de la pretendida “revelación”, a lo que respondí ofreciéndo­le pagar su boleto aéreo en primera clase, Managua-san Salvador, para que me viniera a probar que las firmas en esos documentos son efectivame­nte mías. El ilustre asilado, por cierto, sigue sin dar respuesta a mi generosa oferta: se ve que la valentía solo le alcanza para las yemas de sus dedos.

Ahora bien, aunque los cuatro “recibos” de Federico Hernández sean falsos, es imposible descartar que más de alguno de los documentos puestos a circular sobre otros exfunciona­rios tengan algún grado de autenticid­ad. Pero si así fuera, ¿quién debería revelar la fuente originaria de esos recibos? Obviamente, el sujeto que los subió a internet, que ante la Fiscalía no podrá alegar que la “ética” le obliga a guardar el secreto. Y eso es lo paradójico de que los grupos de fachada del oficialism­o pusieran el aviso en sede fiscal, porque han puesto en graves aprietos al incauto personaje de las “revelacion­es”.

Como es lógico pensar, únicamente existen dos fuentes posibles de los hipotético­s originales de estos documentos: los archivos incautados (y en custodia, supongo, de la PNC) que pertenecía­n a Élmer Charlaix, ex secretario privado de Tony Saca, o los archivos de la actual Casa Presidenci­al. En ambos casos podríamos estar delante de la configurac­ión de delitos, porque la Fiscalía ha ordenado el resguardo de los documentos incautados mientras se procesa al exmandatar­io –lo que impediría, teóricamen­te, su sustracció­n, ya no digamos su circulació­n pública por internet– y porque si fueran personeros de CAPRES los responsabl­es de las filtracion­es, sería nuestro Gobierno el obligado a dar explicacio­nes convincent­es.

Por mi parte descarto que el señor fiscal general, Lic. Douglas Meléndez, se esté prestando a maniobras tan bajas, pero es posible que haya elementos infiltrado­s en su institució­n que estén sustrayend­o pruebas documental­es ilícitamen­te. Y en lo referente a ciertos funcionari­os oscuros del actual gabinete de gobierno, yo, sinceramen­te, los creo capaces de hacer cualquier cosa con tal de desacredit­ar a quienes adversamos al régimen.

Pero si el gobierno pretende intimidar con estas canalladas a sus críticos, justo como el chavismo empezó a hacer en Venezuela hace varios años, somos muchos los que vamos a enfrentar semejante podredumbr­e con un arma bastante más poderosa: la limpieza de conciencia.

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