La tormenta perfecta que se aproxima... ¡Despertemos!
Al bajo crecimiento de la economía y al sobreendeudamiento público se agregarán en los próximos 3 años un drástico ajuste de las finanzas públicas y la reversión de la migración a Estados Unidos, la válvula de escape histórica a los problemas y contradicciones acumuladas. Nuestra pequeña nación dividida sin recursos, estrategia y plan sería incapaz de afrontar la tormenta perfecta que se aproxima.
2017 concluirá con 2 % de crecimiento, 2018 con 1.8 % y 2019 con 1.7 % (Banco Mundial). La deuda pública podría cerrar este año con 67.2 % del PIB (J.P. Morgan) –22 puntos por encima del máximo recomendable para pequeñas economías dolarizadas de bajo crecimiento– y acercarse al 75 % con la actualización de las cuentas nacionales.
El Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (ICEFI) dijo que el Gobierno “no ha logrado ni logrará la meta que se propuso de crecimiento del 3 % del PIB para su Gobierno, que el gasto social se redujo 7.6 % en el último año y que el gobierno ha postergado el diálogo fiscal incluyente. Las restricciones fiscales le están pasando factura a la política social del gobierno”.
Del tamaño del hoyo fiscal es el ajuste requerido y el nuestro es considerable, aún más con proyecciones de crecimiento tan bajas. No hay pesadilla peor que una cirugía delicada sin anestesia, tan semejante a un ajuste severo sin recursos financieros. Y lo es por lo recesivo en la economía, por reducir tanto el nivel de vida de los pobres y de la clase media, y por sus efectos tan negativos en la gobernabilidad.
No hay escapatoria al ajuste que ya comenzó desordenadamente y con limitados recursos y que se profundizará en los próximos 3 años. Si hay acuerdo fiscal con la oposición y el Fondo Monetario Internacional, el ajuste de ingresos y gastos oscilará entre 3 y 4 % del PIB logrando el gobierno recursos para inyectarle liquidez a la economía y amortiguar el impacto. Si no hay acuerdo, el ajuste sería más radical y recesivo, acompañado de iliquidez, impagos, subidas adicionales de tasas de interés, y recortes aún mayores del gasto social y de la inversión pública.
Este último escenario es precisamente el que busca ARENA para capitalizar al máximo la debacle de los dos últimos dos años de gobierno del FMLN, profundizando la crisis económica, social y política. De ganar la presidencia en estas condiciones, ARENA enfrentaría la terrible pesadilla de levantar un país con exacerbada crisis generalizada, división y confrontación nacional.
En su columna la semana pasada, Sandra de Barraza afirma: “Lo que han logrado es su propia cosecha. A esta altura es imposible responsabilizar a la oposición de lo actuado... porque gobernar significa administrar el poder y para esto hay que negociar y negociar con estrategia” (LPG, “Quedan 24 meses”). Con algunas reservas, coincido con esta afirmación porque el Gobierno ha adolecido: 1. de una estrategia de crecimiento económico y de sostenibilidad fiscal, imperando un manejo de caja hace tiempo agotado; 2. de una estrategia consistente de negociación con ARENA y el sector privado, cuyo diseño y ejecución recaería en el secretario técnico y en nuevos titulares de las carteras involucradas. La responsabilidad última no recae en el ministro de Hacienda con más de dos años expresando su deseo de irse, sino en el presidente de la República que lo ha sostenido a pesar de la oposición de sus más cercanos colaboradores en el gobierno, en la Asamblea Legislativa y en el partido.
Salvador Samayoa, uno de los amigos del presidente y de varios de sus colaboradores, lo dijo la semana pasada: “Para terminar el quinquenio con mejores resultados y mayor sentido de concordia y de unidad nacional, habría que hacer cambios importantes en el equipo de gobierno, y habría que llegar muy pronto a un acuerdo
NUESTRA PEQUEÑA NACIÓN DIVIDIDA SIN RECURSOS, ESTRATEGIA Y PLAN SERÍA INCAPAZ DE AFRONTARLA.
fiscal que le dé oxígeno y estabilidad al gobierno a la vez que desmonte o alivie las ansiedades y desconfianza de otros sectores. Lo más necesario en este momento es la confianza para dinamizar la inversión, el crecimiento y el empleo” (EDH). Y la Asociación Bancaria Salvadoreña (ABANSA) subrayó: “Considerando la proximidad de los compromisos de pago del Gobierno ante distintos acreedores, el deterioro de la calificación de riesgo país y la importancia de que dichos compromisos se cumplan para evitar las graves consecuencias, incluidas el deterioro económico y el empleo, que provocaría un segundo impago, enfatizamos la importancia de que a la brevedad se logren acuerdos políticos...”.
Como si esta tormenta no fuera suficiente, el gobierno de los Estados Unidos anunció su intención de finalizar el Estatus de Protección Temporal que ahora protege a 190 mil compatriotas que allí residen y trabajan. Está considerando, además, un impuesto de 2 % a las remesas y una reducción de 40 % a la cooperación de la Alianza para la Prosperidad del Triángulo del Norte, sin hablar del repudio republicano y demócrata y de eventuales recortes adicionales a El Salvador por su alianza con la dictadura chavista.
Nuestra pequeña nación dividida, sin recursos, estrategia y plan sería incapaz de afrontar la tormenta perfecta que se aproxima. ¡Despertemos!