Noticia de última hora: El Salvador está globalizado
¡Noticia de última hora! ¡Estamos globalizados, salvadoreños! Esperen un momento... eso es algo obvio, asumido y naturalizado por nosotros en el diario vivir, pero hay ocasiones en las cuales se torna simplemente gracioso observar cómo a nuestros políticos profesionales actuales se les ha “olvidado”.
Por ejemplo, no encontré mejor forma de abordar el problema de la corrupción en El Salvador que a través de dos categorías formuladas por Nancy Fraser –politóloga estadounidense–, escritas en Le Monde Diplomatique –revista francesa– en su versión traducida al portugués –para los lectores brasileños.
En la edición para junio de 2012 ella describe lo que llama Soluciones Correctivas y Soluciones Transformadoras. Ambas formas de combatir la injusticia, ambas basadas en estrategias diferentes y, por lo tanto, ambas con resultados diferentes.
Cuando se busca ejecutar Soluciones Correctivas tenemos como objetivo mejorar o apalear los resultados de una organización social establecida sin transformarla profundamente. En otras palabras, queremos combatir la corrupción castigando a todos aquellos que han cometido un acto cuestionable para persuadir que otras personas repliquen sus actitudes.
Un caso concreto donde se aplicó recientemente una Solución Correctiva fue en Perú, cuando el sábado 22 de octubre de 2016, el presidente PPK decretó la Ley de Muerte Civil. Legislación que visa la inhabilitación perpetua para todo aquel funcionario o empresario que se declare culpable en juicio de delitos de corrupción –simplemente ya no podrán trabajar, hacer negocios o administrar bienes o recursos del Estado.
Por otro lado, las Soluciones Transformadoras procuran redefinir el statu quo para evitar que todas aquellas situaciones reconocidas como injustas no tengan siquiera el espacio para ocurrir. Traduciéndolo a nuestro problema, no habrá ciudadanos corruptos –no tenemos que limitarnos a decir funcionarios– porque como sociedad no permitiremos, aceptaremos ni protegeremos a aquel individuo que se haya aprovechado para beneficio proprio o de terceros de los recursos que son de todos.
El caso siempre presente y envidiable de Solución Transformadora es Dinamarca. Este país nórdico que oficialmente se sigue llamando “Reino” apareció nuevamente en el Top de los países con menor corrupción en 2016 según el Índice de Percepción de Corrupción de Transparencia Internacional –ONG que opera en más de 70 países.
Un lugar donde el 85 % de su población paga voluntariamente los impuestos –que por cierto son de alrededor del 50 % de sus ingresos– y que se enorgullece de su cultura de “tolerancia cero” hacia cualquier clase de conducta impropia dentro de la administración pública, es difícil de explicar. Al preguntarles a los daneses lo resumen en una frase, “servicios públicos de calidad y educación verdaderamente igualitaria”.
Como ya pudieron notarlo, estamos frente al dilema de políticas de corto plazo que afrontan las consecuencias y políticas de largo plazo que confrontan las causas de los problemas. No se trata de elegir entre unas y otras, sino más bien aplicarlas de forma imbricada porque en el camino hacia la probidad tenemos que dar el ejemplo procesando a los corruptos, pero también evacuando los valores que como sociedad nos hacen fábrica de ellos.
Sin importar que compartan estas categorías que han sido gestadas por una académica estadounidense; publicadas en una revista francesa; leídas en una editorial brasileña; utilizadas por un salvadoreño; ejemplificadas por un caso peruano y otro danés; algo nos queda claro, cuando queramos encontrar ideas para construir nuestras soluciones ante los males que nos aquejan, recordemos lo obvio, estamos globalizados.