Porque solo tenemos un país
Todas las decisiones tomadas, y las no tomadas ante las dificultades, desembocan en el resultado que vivimos actualmente. Otra situación de impago puede y debe evitarse, porque país solo tenemos uno. Los reproches, discrepancias e incompatibilidad, desahogan las posiciones, pero no pagan deudas. Todos los análisis serios, hace años atrás, enfatizaron la urgencia de realizar, antes, una corrección de la política fiscal, pero la dirección fue otra, e iniciamos 2017, atrasados en digerir dicho agrio remedio.
Hacia adelante, no afrontar la situación redunda en agudizar el problema, materializándose en más acreedores anuentes a financiar, por la baja calificación de riesgo. Esto desemboca en un ajuste en direcciones imprevistas, con correcciones de tasas de interés al alza, y menos oportunidades de trabajo, lo que eventualmente afectará la vida cotidiana de la gente y el crecimiento económico de manera más drástica.
Los riesgos financieros asociados al ejercicio fiscal en curso, provienen de la falta de previsión presupuestaria. En tanto, la herramienta que sirve de brújula financiera para las instituciones financieras del Estado, se aprobó incompleta. Ineludibles vencimientos están descubiertos, como el pago de los Certificados de Inversión Previsional (CIP) y Letras del Tesoro (LETES), y requieren de acciones de corto plazo.
Por ejemplo, el presupuesto de 2015, también incompleto en otros aspectos, provisionó US$126.7 millones, para las deudas en CIP con los ahorros para pensiones, pero, aun conociendo el compromiso, que se eleva al tomar más deuda, para 2016 se redujo su previsión a US$106.8 millones, y en 2017 se eliminó. Otra vez, no se actuó antes, y se trasladó el monto a otras áreas.
Otro impago, en lo que resta del ejercicio, no tendría que volver a pasar. Por un lado, la salida de siempre, a la talla del político cómodo, por ser la más fácil sería la deuda, pero más importante aún es si se contempla o no dentro de un marco de mediano plazo, bajo la ley de responsabilidad fiscal. Por otro lado, la recaudación está aportando un pírrico incremento, abajo de lo que se provisionó. Quedando, reorganizar gastos, disminuyendo otros, para sufragar los pagos.
Mayor gasto social reviste una ilusión, por el camino que se decidió para alcanzarlo. Aumentar el gasto en estas áreas, necesita finanzas públicas estables, pero de este enredo no se sale de la noche a la mañana. Superar la brecha descubierta se torna apremiante, y la energía pone la mirada en el siguiente paso, e impide y desvía la visión del horizonte por caminar y mucho más del camino.
Además, desafortunadamente, “se descubren treinta, o pocos más desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas”, aspectos acuñados como las pensiones, la moneda que usamos, o alguna estacionalidad. Pero en el cuento, Sancho responde “mire vuestra merced que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino”. Es decir, dicho camino está en asumir el desafío, por el que hay que luchar, revertiendo las reales brechas, en los fundamentos: ahorro, productividad y empleo, evitando definitivamente, caer en impagos.