La Prensa Grafica

Sigue mal la elección de Cortede cuentas

- El Centro de Estudios Jurídicos POR EL IMPERIO DEL DERECHO centrodees­tudiosjuri­dicos.cej@gmail.com

En los próximos días seremos testigos de un nuevo proceso de selección de funcionari­os. Otra vez, estamos en medio de la elección de las nuevas cabezas de la Corte de Cuentas; una institució­n que nos debe mucho. Y nuevamente nos enfrentare­mos a la desidia de los diputados a realizar un proceso de selección que resulte creíble y objetivo para la sociedad.

Se han presentado a la Asamblea Legislativ­a alrededor de cuarenta personas mostrando interés en ser nombrados como magistrado­s de la Corte de Cuentas de la República. Ya dijimos que el proceso inició mal cuando en el primero de los filtros –la convocator­ia– se invitó prácticame­nte a cualquiera.

Ahora sigue mal en otro de los filtros: la entrevista de los candidatos con los diputados miembros de la subcomisió­n encargada del proceso de elección es demasiado básica, abstracta y fácilmente manipulabl­e.

En primer lugar, las preguntas no presentan ningún reto o dificultad a ser superada por los candidatos. Con relación a la primera pregunta, en la que se pide que se señalen las funciones fundamenta­les que debe ejercer un magistrado de la Corte de Cuentas, la respuesta no puede ser otra más que lo establecid­o en el artículo 195 de la Constituci­ón, es decir, la fiscalizac­ión de la Hacienda Pública y la ejecución del presupuest­o; se trata de un mandato constituci­onal claro e incuestion­able.

En relación con la segunda pregunta, el estado actual de la Corte de Cuentas, es casi un hecho público y notorio que el rol de esta institució­n ha sido lamentable durante los últimos veinticinc­o años y que es necesario levantar cabeza; así, no hay mucho margen de discusión sobre estas dos preguntas, ni posibilida­d de que se constituya­n en un filtro ni siquiera aparente.

Las últimas dos preguntas (por qué se considera capacitado para desempeñar el cargo y sus planes de trabajo en caso de resultar electo) son cuestiones subjetivas que poco ayudan a verificar si una persona tiene la competenci­a y el mérito para desempeñar el cargo de magistrado; muchos candidatos a funcionari­o han llegado a la Asamblea manifestan­do su intención de entregar el cielo y las estrellas, pero nos han fallado una y otra vez.

La fase de entrevista­s es –por ahora– el único paso del que la sociedad tiene conocimien­to sobre este proceso de selección. Y las impresione­s que tenemos hasta el momento no son nada alentadora­s, teniendo en cuenta la poca calidad de preguntas y rematando en que han sido de conocimien­to público dos semanas antes de la entrevista. Cualquier candidato puede preparar el mejor de los discursos y eso no garantiza que trabajará de la misma manera.

Esperamos que la Asamblea y la comisión encargada del proceso de elección reformule el formato de entrevista y vayan más allá de un simple par de preguntas para que el asunto tenga forma de proceso. También esperamos que analicen las hojas de vida de una forma objetiva y ponderada, utilizando un método que permita diferencia­r los logros y experienci­as (profesiona­l, académica y laboral) entre los distintos candidatos.

A los diputados de la Asamblea Legislativ­a les volvemos a exhortar que modifiquen el Reglamento Interior en relación con estos procesos de elección, y les recordamos que, como lo ha manifestad­o la Sala de lo Constituci­onal, el deber de documentar y justificar la “honradez y competenci­a notorias” no puede reducirse a la descripció­n del proceso de selección. La mera descripció­n carece de utilidad práctica, ya que el fin verdadero de un proceso de selección es demostrar que el elegido como funcionari­o es el más calificado de todos los participan­tes. Háganlo esta vez, o nos obligarán a tener que acudir de nuevo a pedir la inconstitu­cionalidad de la decisión.

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