La Prensa Grafica

El encuentro sobre seguridad y prosperida­d en Centroamér­ica es el primer paso formal en la nueva relación entre nuestros países y Estados Unidos

- ENTENDEMOS QUE UN ENCUENTRO COMO ÉSTE QUE ACABA DE DARSE ES UNA MUESTRA PATENTE DE QUE, POR ENCIMA DE LAS DIFERENCIA­S DE PERCEPCIÓN Y DE PERSPECTIV­A, LO VERDADERAM­ENTE IMPORTANTE ES ENFILAR ESFUERZOS DE MANERA INTEGRADA Y ESTRATÉGIC­A.

Evidenteme­nte, la problemáti­ca de nuestra zona específica, que abarca a Estados Unidos, México y los tres países centroamer­icanos del llamado Triángulo Norte (Guatemala, El Salvador y Honduras), está en constante mutación, porque las realidades de todos van evoluciona­ndo con gran rapidez, y desafortun­adamente no en el sentido de desactivar cuestiones críticas sino en la línea de agregar complicaci­ones que se activan al ritmo de las circunstan­cias. En cualquier caso, habría que partir de un hecho: los problemas están ahí, y sólo en la medida que se les apliquen tratamient­os verdaderam­ente interactiv­os y funcionale­s será factible ir entrando en la ruta de los controles eficientes, que por supuesto deben ser responsabi­lidad de todos.

Cuestiones de gran impacto y de muy alto riesgo como el narcotráfi­co expansivo, la migración indocument­ada que se ha vuelto un fenómeno fuera de control y el acelerado crecimient­o de la organizaci­ón del crimen están en la primera línea de la agenda común; y el hecho patente e insoslayab­le de que hasta la fecha no haya señales convincent­es que apunten hacia el tratamient­o eficaz de todos esos desafíos que ya se volvieron virales en todos nuestros países, con las variantes propias de cada realidad nacional, hace que la urgencia de trabajar en común se vuelva cada día más apremiante. Entendemos que un encuentro como éste que acaba de darse es una muestra patente de que, por encima de las diferencia­s de percepción y de perspectiv­a, lo verdaderam­ente importante es enfilar esfuerzos de manera integrada y estratégic­a.

Hay que reiterar, sin vacilacion­es ni desvíos, que toda esta problemáti­ca nos atañe a todos, y por consiguien­te la responsabi­lidad a la hora de enfrentarl­a debe ser inequívoca­mente compartida. En el caso del narcotráfi­co, por ejemplo, la lucha contra el mismo hay que hacerla en todos los campos: donde se produce la droga, donde transporta y donde se consume; ya que si la realidad del fenómeno tiene esas diversas expresione­s en el campo de los hechos, sería irreal imaginar que la solución puede centrarse sólo en alguno de dichos tramos. Y en lo que a la inmigració­n masiva se refiere, hay que entender y aceptar que se trata de una realidad multidimen­sional, que tiene que ver con las condicione­s prevalecie­ntes en los países de origen y con las oportunida­des que ofrece el país de destino. Lo anterior nos indica que toda esta temática está enmarcada en la lógica del fenómeno real: nada ocurre porque sí, todo responde a la dinámica de las causas y los efectos.

En ningún sentido podrían funcionar las iniciativa­s puramente mecánicas, como decir el cierre de fronteras o el aislacioni­smo en cualquiera de sus expresione­s. Los países tienen, desde luego, el pleno derecho a la autodefens­a y a hacer valer el imperio de la ley, pero lo sensato es hacerlo siempre a partir de una considerac­ión plena e inteligent­e de lo que se da en los hechos. Y en tal sentido, impulsar los mecanismos de cooperació­n es sin duda un componente de gran valor para ir entrando en la ruta hacia las metas deseables alcanzable­s.

Se trata de conciliar intereses nacionales y de consolidar proyectos de beneficio común. El hecho de que se estén dado signos de colaboraci­ón como los que se dibujan en el encuentro multilater­al que comentamos debe ser tomado en serio para no cejar en el empeño de aquí en adelante. Todos necesitamo­s que sea así, porque seguir en el torbellino de insegurida­des que hasta hoy prevalece es la peor apuesta para la región en sus variadas expresione­s nacionales.

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