La Prensa Grafica

Lapolítica monetaria ausente

- Ricardo Olmos ECONOMISTA rholmos@hotmail.com

Cuando comenzó a plantearse el adiós a la política monetaria no se sospechaba el apoyo que esta le ofrece al sistema económico de cualquier país. El Salvador recién salía de la crisis de los ochenta y luego se desencaden­aría un nuevo experiment­o sobre el cual aún no hay consenso, pues fue una decisión sin el apoyo de los partidos políticos que prevalecía­n en el ámbito institucio­nal del país.

Hace casi 23 años que se discutía por primera vez la convenienc­ia de eliminar la política monetaria con el proceso de dolarizaci­ón que se impulsaría ya por el año 2001 con la Ley de Integració­n Monetaria. Y es que los representa­ntes del Banco Mundial, Fondo Monetario Internacio­nal, Banco Interameri­cano de Desarrollo y el Banco Central de Reserva (BCR) y el Ministerio de Planificac­ión de El Salvador, en reunión sostenida en Washington el 15 de noviembre de 1994, se discutía la aplicación de esa medida con insospecha­das consecuenc­ias para la vida económica nacional.

¿Es vigente este tema de discusión o debe de quedarse en el olvido y sin la esperanza que el país vuelva a contar con instrument­os de política monetaria para viabilizar el crecimient­o económico de la micro, pequeña, mediana y gran empresa nacional? ¿O no es cierta la potencia de la política monetaria para efectuar políticas sectoriale­s en el país? ¿Existen estudios técnicos que demuestran la inviabilid­ad de tener política monetaria en El Salvador? ¿Cuántos ha realizado el BCR?

Se olvidó que estaban en juego las oportunida­des que ofrece la política monetaria en el sentido de crear riqueza, es decir de elevar los niveles de producción de cada una de las ramas o sectores productivo­s; de las oportunida­des de tener tasas de interés favorables para la actividad productiva y al control de la inflación, hacerle frente a los shocks externos, en fin, de una serie de oportunida­des que probableme­nte sean en términos de beneficios superiores a los costos y riesgos que hay que enfrentar como cualquier país del mundo que posee política monetaria propia.

Las palabras del representa­nte del FMI ese 15 de noviembre de 1994 fueron más que elocuentes cuando afirmó “que El Salvador posee un buen récord de su política económica; reconoció que un país debe de convivir con el régimen de tipo de cambio que más le conforte, y afirmó que los países pueden tener éxito

tanto con tipo de cambio fijo como con tipo de cambio flexible”. La experienci­a internacio­nal indica que los países que más rápido logran recuperars­e económicam­ente frente a los shocks del entorno internacio­nal son aquellos que poseen regímenes de tipo de cambio flexibles y no como el que actualment­e posee El Salvador. Este tipo de debate no puede ser ideológico sino que empírico y que busque el interés nacional.

Muchos se preguntan si debemos seguir amarrados al patrón dólar, o muy por el contrario debemos aprovechar las nuevas oportunida­des de nuevos socios comerciale­s y de esa manera estar abiertos a poseer un numerario que represente a las monedas de los socios comerciale­s con los cuales comercia el aparato económico salvadoreñ­o. El Salvador no se puede dar el lujo de perder competitiv­idad sin política monetaria frente al resto del mundo. Una economía pequeña sin respaldos fiscales es presa y vulnerable más que otros países del área centroamer­icana y del mundo. Los problemas estructura­les que aún persisten en el país deben de ser enfrentado­s con la lógica racional de salvaguard­ar los intereses nacionales y no intereses particular­es. No hay que olvidar que la responsabi­lidad de la institucio­nalidad del Estado es mostrar que cualquier medida de política es viable o inviable por el nivel de impacto a la sociedad.

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