Si camináramos un poco más...
Si usáramos menos los elevadores, cuánto bien le haríamos a nuestra salud, a nuestro planeta y a nuestros bolsillos. Si esas pocas cuadras para ir a la farmacia, al mercado, al supermercado, a la ferretería, al salón, a la pupusería, las camináramos, ejercitaríamos nuestras piernas y si además brindáramos saludos y sonrisas a quienes encontráramos en nuestro camino –a pesar de los adictivos celulares– cuánto bien nos haríamos también a nosotros mismos, a nuestros prójimos, a nuestros vecinos tan cercanos que pasamos muchos días sin verlos y a nuestro globo terráqueo. Gastaríamos menos del contaminante petróleo y disminuiríamos el drenaje económico de nuestros bolsillos.
Con tan solo un litro, ya no digamos un galón de combustible por semana que dejáramos de quemar en cada vehículo de El Salvador, incluyendo los vehículos de Casa Presidencial, de los diputados y de “los altos cargos públicos”, imaginémonos si fueran de todo el planeta, cuántos millones de dólares dejaríamos de entregar a las dictaduras petroleras y descontaminaríamos un poco (aunque algún presidente no crea en el cambio climático ni en la contaminación) la atmósfera del planeta.
¿Qué les parece, estimados compatriotas que no son de a pie, si camináramos un poco más? Atentamente los saluda un viejo abuelo (casi 89 agostos) que ha caminado bastante y gracias a Dios sigue caminando, despacio y con mucho cuidado, por las calles de nuestro lindo “Pulgarcito” y también de otros lugares que no son tan lindos como nuestro querido Cuscatlán, a pesar de los políticos y de los gobernantes insinceros y despilfarradores.