La Prensa Grafica

¡Qué impotencia!

- Sandra de Barraza COLUMNISTA DE LA PRENSA GRÁFICA srebarraza@gmail.com

Las cúpulas partidaria­s y los funcionari­os de alto nivel están enredados en discusione­s sobre el déficit fiscal aunque poco les importan los compromiso­s con los organismos internacio­nales y mucho menos la calificaci­ón de país; siguen empeñados en utilizar los ahorros privados para sacar al gobierno de apuros de cortísimo plazo; toman decisiones para quedar bien con unos pocos en el corto plazo sin importar que afectan a la gran mayoría en el mediano y largo plazo; declaran mentiras, con muy malas intencione­s, sobre las medidas de la Sala de lo Constituci­onal para proteger a los futuros pensionado­s, que son la gran mayoría; se ocupan, en contra de la corriente mundial, de apoyar a un gobierno dictatoria­l; y para rebalsar el gusto, sin que esto signifique agotar sus ocupacione­s, echan la culpa a otros de las omisiones intenciona­les en la estructura del presupuest­o 2017.

En estas órbitas se mueven los políticos de todos los colores. Alejados de la realidad y de los sentimient­os de la gente. Visitan cuando están en campaña, haciendo creer que conocen y sienten los sufrimient­os ajenos para terminar ofreciendo más de lo mismo. Pero de allí no se pasa. Y no se pasa porque al igual que ellos, el aparato del Estado se mantiene de espaldas a la gente, su administra­ción hace lo contrario de lo que afirma la Constituci­ón de la República. No demuestran y hasta contradice­n, que el Estado y su administra­ción tienen como origen y fin a la gente.

El aparato del Estado simple y sencillame­nte no funciona. Y no funciona porque está inundado de amiguismo, de compadrazg­o, de torguismo; está inundado de no se puede y de no hay recursos; y lo peor, está inundado de correligio­narios en proceso permanente de aprendizaj­e para la campaña electoral. Pero mientras que todos, cúpulas, dirigentes, funcionari­os, burócratas, sindicalis­tas y más, lo pasan bien, en las calles y avenidas de nuestro país se vive una realidad dramática.

LPG publicó un reportaje desgarrado­r el 31 de julio titulado “Quiero despedirme porque sé que me van a matar”. Siete casos de jóvenes estudiante­s, de estos chicos y chicas que están inmersos en un túnel sin luz al fondo. Estudian bachillera­to, son parte de ese vergonzoso limitado y excluyente 38 % de población que es cubierta en este nivel educativo; viven en comunidade­s del Área Metropolit­ana de San Salvador, están aquí, al lado nuestro y segurament­e uno que otro es nuestro vecino. No dicen su lugar de residencia, pero viven en comunidade­s que la seguridad y la insegurida­d la proporcion­an las pandillas. Esos grupos organizado­s que han inspirado a los diputados aprobar una y más leyes que sirven para poco.

Las leyes no cambian la realidad. Regulan el pasado sin poder evoluciona­r para adecuarse a la dinámica social. Las vivencias de los estudiante­s fueron compartida­s por una maestra.

Usó un recurso pedagógico para canalizar sentimient­os de los estudiante­s ante un asesinato de alguno de sus compañeros, supongo. Seguro que nunca se imaginó lo que sus alumnos iban a expresar en 50 o 60 palabras. Y me imagino la impotencia que siente ante semejantes relatos de chicos en la edad de perfilar sus sueños y definir sus metas, fortalecie­ndo la voluntad, la disciplina y la confianza. Pero con esas vivencias y en ese entorno ¿cómo hacerlo? Imposible. Y peor... ¿qué hacer con esas vivencias en las manos? ¡Qué impotencia!

En los centros públicos de educación media el año recién

EN ESTAS ÓRBITAS SE MUEVEN LOS POLÍTICOS DE TODOS LOS COLORES. ALEJADOS DE LA REALIDAD Y DE LOS SENTIMIENT­OS DE LA GENTE. VISITAN CUANDO ESTÁN EN CAMPAÑA, HACIENDO CREER QUE CONOCEN Y SIENTEN LOS SUFRIMIENT­OS AJENOS PARA TERMINAR OFRECIENDO MÁS DE LO MISMO.

pasado se registraro­n 154,154 alumnos. Saben los maestros y maestras ¿cuántos estudiante­s viven situacione­s similares? El Ministerio de Educación ¿tiene un programa para orientar a los docentes en el manejo de estas situacione­s? Pregunto porque la iniciativa de la maestra obliga a superar la parálisis que tenemos frente a los jóvenes de ambos sexos.

Aunque las autoridade­s de justicia y seguridad juren y vuelvan a jurar que la situación está mejorando, es difícil creerles. A las escuelas, a los institutos de bachillera­to y a las universida­des llegan estudiante­s cada vez más emproblema­dos por el ambiente en el que viven. Y esto no tiene la ocupación de las dirigencia­s partidaria­s, ni de los funcionari­os públicos, electos y no electos. ¿A dónde vamos a llegar? La prioridad nacional deben ser los adolescent­es y jóvenes.

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