EL SALVADOR REGISTRA UN ARMA CADA HORA
Desde 2010 han sido otorgadas 5,194 licencias para armas. En un país donde siete de cada 10 homicidios se cometen con arma de fuego, tanto la obtención de la licencia como la compra de armas son expeditas.
Un comerciante de verduras sale de las oficinas del registro de armas de fuego y emisión de licencias de portación del Ministerio de Defensa. Son las 11 de la mañana del jueves 20 de julio. Este hombre asegura que no fue complicado obtener su licencia de portación: a él le tomó un poco más de tres horas y $32.
“Es de lo más sencillo, siempre y cuando uno tenga los $32 y centavos, la solvencia de la Policía, tenga limpios los antecedentes penales y salga bien en los exámenes”, comenta.
Como ese comerciante, 5,194 personas más llegaron a esas oficinas, entre 2010 y julio de este año, para tramitar y obtener su licencia de portación de armas de fuego.
Obtener una licencia no era la meta para ellos, sino el primer paso para luego ir a las armerías a comprar un arma de fuego o estar habilitados para trabajar con armas en las empresas de seguridad privada. Así lo cuentan algunos de los que hacen fila, con un fólder en las manos que contiene las solvencias y los antecedentes, el mismo día en que el comerciante recibirá su licencia.
Entre 2014 y abril de este año fueron registradas 28,900 armas de distinto calibre en el Ministerio de Defensa. De esas, 15,525 eran pistolas, 485 carabinas, 5,136 escopetas, 1,500 fusiles, 192 subametralladoras y 6,062 revólveres. Esos datos del Ministerio de Defensa muestran que, en promedio, diariamente los salvadoreños compraron y matricularon un arma cada hora.
El comerciante de verduras quiere ser parte de esa estadística de registro de armas. “Usted sabe que para comprar un arma, primero se tiene que conseguir una licencia. Yo la verdad quiero un arma porque así como están las cosas es mejor estar preparados para defenderse de extorsiones, asaltos o lo que sea”, explica, mientras saca de su billetera la licencia que acaba de recibir y la muestra orgulloso.
Los compañeros de fila del comerciante también relatan, después de realizar el trámite, que una persona sienta a todos los aspirantes en un pequeño salón y les habla, por más o menos una hora, sobre la responsabilidad que adquieren al portar armas, les explica los puntos importantes de la Ley de Regulación y Control de Armas de Fuego, y luego les insiste en que deben ser honestos en el examen psicológico al que todos son sometidos, junto con el teórico y el práctico.
Lo que el vendedor y sus compañeros de fila explican coincide con lo que dice el director de logística del Ministerio de Defensa, José Mario Blanco Hernández: “El proceso para sacar una licencia dura unas tres horas. En una jornada de una mañana se puede otorgar. Los resultados de los exámenes los entrega inmediatamente la computadora en que se realizaron”.
Los exámenes teóricos y psicológicos son calificados por una computadora, según detalló el funcionario. Las preguntas del teórico son sacadas de la Ley de Control y Regulación de Armas de Fuego y Explosivos. (Más detalles en siguiente página).
Para salir bien en esos exámenes, según lo relatado por los compañeros de fila del comerciante, se puede comprar clandestinamente una copia auténtica de un examen con las respuestas correctas. La copia de ese examen corresponde a los que se hacían antes de los que actualmente se hacen en una computadora.
Afuera de la oficina, frente a la mirada de los policías militares que custodian el lugar, hay todos
los días tres o cuatro hombres que abordan a los aspirantes. Les ofrecen sacar fotocopias del documento de identidad y también ofrecen en $3 la copia del libro de texto, del cual saca las preguntas para el examen teórico del Ministerio de Defensa, y donde están las instrucciones para realizar el práctico, que consiste en desarmar y volver a armar un arma de fuego.
Si estos hombres ven interés en los aspirantes a tener licencias, les dicen en voz baja que tienen algo mucho mejor que el libro de texto. Piden que caminen unos cuantos metros y cuando están a media cuadra de la oficina, donde todavía pueden ver los policías militares, muestran fotocopias de un examen teórico y uno psicológico, con el sello de Defensa.
“Si de verdad querés salir bien y que no te nieguen la licencia, yo te tengo esto ya contestado. Yo normalmente los ofrezco hasta en $20, pero para ayudarte te lo puedo dar hasta en $12. Aquí vas a lo seguro, no hay donde perderse. No vayas a desconfiar, me lo pasó alguien de allá adentro para fotocopiarlo”, dicen.
Si el aspirante lo compra, los hombres todavía agregan: “No lo vayas a traer al examen, aprendete esto en casa. Y como vas a lo seguro, aunque termines primero, no seas de los primeros en levantarte, va a ser sospechoso que lo hagas”.
El director de logística dice que ya tiene conocimiento de que hay hombres que venden los exámenes contestados afuera, pero que no pueden hacer más que aconsejar a los aspirantes a no dejarse engañar.
“Ellos están en la vía pública, no podemos llegar de una vez y quitarlos del lugar. Ahí está en los incautos que les creen y les compran los exámenes. Yo diría que no deben hacerlo, además gastan dinero que les puede servir para otra cosa y el examen no es tan difícil, solo hay que leer la ley de armas”, afirma Blanco.
La facilidad para obtener la licencia es similar a las
facilidades a la hora de comprar un arma. En algunas armerías, según constató LA PRENSA GRÁFICA en un recorrido, solo piden la licencia de portación de armas. En una de las armerías de San Salvador, que con 3,089 armas registradas desde 2014 es el municipio con más registros, el encargado de venderlas explica que la más comprada es la pistola calibre 9 mm. El precio por cada una oscila entre $1,100 y $1,800.
El comerciante de verduras, todavía afuera de las oficinas donde recibe su licencia, se retira diciendo que se convertirá en un cliente de una de las armerías. Pero primero, dice, sacará sus ahorros y luego buscará, como la mayoría, una pistola calibre 9 mm.