La Prensa Grafica

Variastare­as pendientes­enlacorte

- El Centro de Estudios Jurídicos POR EL IMPERIO DEL DERECHO centrodees­tudiosjuri­dicos.cej@gmail.com

Son ya numerosas las exhortacio­nes que hemos hecho a la Corte Suprema de Justicia para que acelere la depuración judicial. Se trata de una tarea que ya lleva demasiados años pendiente y a la cual no se le puede seguir dando largas, pues está causándono­s serios daños a todos los ciudadanos. Como lo hemos sostenido en reiteradas ocasiones, la impunidad y la insegurida­d de la que ahora somos presa se debe en buena medida a que no se han realizado las actuacione­s necesarias para separar a los jueces corruptos.

Tampoco se ha hecho mayor cosa para separar a aquellos jueces que han mostrado graves deficienci­as en sus razonamien­tos legales y que con ello ocasionan tanto o más daño que los que se prestan a actuacione­s delictivas. Insistimos en que esa imprescind­ible depuración judicial pasa por reestructu­rar por completo la sección de investigac­ión profesiona­l y judicial, así como con el establecim­iento de mecanismos ágiles y eficientes para conducir las respectiva­s investigac­iones.

A esta tarea se le suma ahora otra que venía cumpliéndo­se bastante bien durante el año pasado, pero que en este año

nos ha vuelto a preocupar. No existe ninguna justificac­ión válida para que se hayan vuelto a “entrampar” las investigac­iones conducidas por la sección de probidad, a lo cual se agrega la reciente decisión de Corte plena que decidió reservar la informació­n relacionad­a con esas investigac­iones.

Volvemos a preguntarn­os ¿qué ha pasado con probidad? Sobre todo porque desde el año pasado se divulgó públicamen­te que existían más de 70 casos que estaban siendo investigad­os en la sección de probidad y que algunos de ellos ya se encontraba­n en su fase final, listos para ser sometidos a considerac­ión y decisión de la Corte Suprema de Justicia en pleno. En términos generales seguimos sin saber qué pasó con esos casos, salvo la escasa informació­n que ha sido divulgada a través de algunos medios.

Esto preocupa porque ya se había generado en la sociedad la percepción de que en la Corte Suprema de Justicia las cosas habían cambiado y ahora sí existía el compromiso por combatir la corrupción. La decisión de reservar la informació­n de esos casos, más el injustific­able retardo en resolverlo­s, está botando por completo esa percepción y está comenzando a generar otra; la impunidad vuelve a asomarse.

A esto hay que agregar la discrecion­alidad con la que aparenteme­nte se están manejando los procesos. Entendemos que no existe un procedimie­nto establecid­o claramente en la ley de la materia, y

si bien es cierto que tal procedimie­nto no es requisito sine qua non para que la Corte despliegue su facultad constituci­onal, no podemos negar que en nada contribuye el hecho que se estén otorgando distintos plazos a las personas investigad­as para que presenten la documentac­ión o informació­n de descargo a la sección de probidad.

Por último y a raíz de la reciente decisión de la Sala de lo Constituci­onal en materia presupuest­aria, surge la ineludible e imposterga­ble tarea de manejar de manera más eficiente el presupuest­o asignado al Órgano Judicial. Esto pasa por ajustar remuneraci­ones, eliminar o disminuir ciertas prestacion­es, focalizar esfuerzos, redistribu­ir jurisdicci­ones, hacer un uso más inteligent­e de las instalacio­nes y en fin, pasa por evitar el despilfarr­o que sin duda existe en ese Órgano.

Desde luego que la Corte tiene muchas otras tareas, pero desde nuestra perspectiv­a, estas 3 adquieren singular transcende­ncia en el contexto de las próximas elecciones de magistrado­s. Y es que además de las consabidas caracterís­ticas de independen­cia, así como de capacidad y moralidad notoria, queremos magistrado­s que estén comprometi­dos con la depuración judicial, que estén decididos a combatir la corrupción hasta sus últimas consecuenc­ias y que tengan adecuados criterios gerenciale­s que permita a los ciudadanos tener un mejor acceso la justicia.

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