La Prensa Grafica

“Sacar la bandera (de ESA) ha sido un momento culmen”

Una compatriot­a radicada en Estados Unidos viajó hasta el monte Everest para cumplir una meta y representa­r al país en lo más alto del mundo.

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Lograrlo le tomó seis meses con 17 días. Fueron seis meses solo de preparació­n para el reto final. Fortaleció su cuerpo y su voluntad buscando elevacione­s para practicar. La escalada duró 17 días. Nunca, ni mientras practicaba, ni en cada uno de los pasos que dio al escalar, dudó de ella.

El monte Everest es la elevación más alta de la Tierra y está en Asia. Es parte de la cordillera del Himalaya. “Llegar al campamento fue un objetivo porque es un lugar de historia en el montañismo. Uno tiene un concepto de lo que es, un lugar desolado, frío. Cuando me vino la oportunida­d de hacer esta expedición, la tomé”, cuenta la mujer que a sus 57 años sigue buscando desafíos.

La expedición fue para recaudar fondos para una organizaci­ón de Australia que junta fondos para pagar a cirujanos plásticos que ayudan a niños con deformidad­es causadas por quemaduras severas, relató la connaciona­l a LA PRENSA GRÁFICA.

Connie es doctora en fisiología de ejercicios y biomecánic­as del movimiento en el deporte. Ha trabajado con el Comité Nacional de Paralímpic­os de Estados Unidos y representó a El Salvador en el triatlón del 97. “Siempre me ha gustado llevar la bandera, somos chiquitos pero bien representa­dos”.

Lleva años practicand­o el montañismo e incluso ha participad­o en carreras de hasta una semana, “sin dormir, en lugares remotos con un mapa”. “Siempre he tenido esa pasión, de escalar, aunque no el Everest porque la montaña en sí pide vidas”.

En los días que estuvo en el área murieron tres personas. “No es una broma, es un reto. Uno se la juega. Subirla nunca me llamó la atención, hay otras montañas”, prosigue con seguridad.

Con un grupo de 20 personas ascendía unos 2,000 o 3,000 pies al día. Caminando a paso uniforme por ocho horas. De su equipo, todos lograron llegar hasta el campamento.

La fuente de trabajo en esta zona fronteriza entre China y Nepal es el turismo.

Para el ascenso, se llevan unos 10 kilos en la bolsa personal. El resto lo lleva un “portador”. Él, o ella, lleva las bolsas encima y corre con ellas. Connie las describe como personas “fantástica­s”.

Connie también ha trabajado en investigac­iones para universida­des. La Universida­d de Miami, el Hospital de Veteranos, la Universida­d de Alabama, la Universida­d de Nueva Southeaste­rn, la han buscado para colaborar en varios estudios que tienen que ver con fatiga crónica.

Estuvo en negocios por varios años y luego comenzó con el deporte. Ahora es a lo que se dedica, y sobra decir que le encanta.

“Siempre me gustó el deporte, pero no lo practicaba mucho porque el negocio es lo que le paga, el deporte no paga, pero uno tiene mucho más de espiritual­idad”.

En esa cima dejó una bandera de oración que una amiga que perdió a su hijo le pidió amarrar porque “iba a ser el lugar donde él iba a estar más cerca del cielo”.

“Puse el nombre de ella, puse el nombre de un tío que se murió también, y lo amarré... y lo vi allí, esa bandera, en el lugar más cerca del cielo. Después abrimos la bandera de El Salvador y eso fue... lo máximo. Un momento para toda la vida”, recuerda.

 ??  ?? Hito. El momento de alcanzar el Campamento Base fue “lo máximo” para la compatriot­a. La cima. Sol también dejó una bandera de oración, dedicada a sus seres queridos.
Hito. El momento de alcanzar el Campamento Base fue “lo máximo” para la compatriot­a. La cima. Sol también dejó una bandera de oración, dedicada a sus seres queridos.
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Lunes 14 de agosto de 2017
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