Las elecciones se acercan
Estamos a las puertas de eventos electorales en 2018 y en 2019, y ya en el ambiente se respiran y se transpiran las ansiedades propias de este tipo de acontecimientos. Cuando la competencia democrática llena al menos el mínimo de requisitos para ser considerada como tal, dichas ansiedades no sólo son inevitables sino también sintomáticas de que el sistema funciona en lo básico. Este es nuestro caso, y por eso hay que valorar de manera positiva que los diversos espacios nacionales sean ahora mismo un vivero de inquietudes y de expectativas, que indican a las claras que hay mejoramientos factibles siempre que las energías no vayan a agotarse en el camino. En la democracia activa nadie puede tener el control absoluto y permanente de lo que pasa, aunque las tentaciones de tenerlo nunca desaparezcan; y son precisamente tales tentaciones las que enrarecen la atmósfera política hasta hacerla sentir irrespirable. Los políticos están más nerviosos que en ocasiones anteriores porque la ciudadanía se muestra cada vez menos anuente a responder mecánicamente a sus peticiones de apoyo. En otros tiempos, bastaba con organizar mítines por doquier para que la gente se diera por satisfecha; hoy, aunque el asistencialismo hace su labor de conquista de voluntades, lo que el ciudadano espera tiende a ir más allá. Así pues, en la medida que las elecciones se acercan los ánimos tienden a ponerse en alerta tanto entre los electores como entre los potenciales elegidos. Los meses que vienen de aquí hasta marzo de 2019 serán tensionales al máximo, y cada quien tendrá que manejar sus respectivas tensiones de la manera más inteligente que sea posible. Veremos qué pasa.