La Prensa Grafica

Huracanes afectan ingresos laborales y el crecimient­o: BM

Explican que los impactos económicos de los huracanes son más grandes que lo que se mide tradiciona­lmente, ya que hay factores como agricultur­a de subsistenc­ia que se subestiman.

- Javier Orellana economia@laprensagr­afica.com

Economista­s del Banco Mundial (BM) realizaron un estudio sobre el efecto de las tormentas tropicales y los huracanes en Centroamér­ica. Sostienen que estos eventos provocan un incremento en la pobreza por una reducción en los ingresos y un efecto mixto en el crecimient­o. Además, advierten que el PIB no siempre es la mejor forma de medir el estado de los hogares tras un evento climático.

“Los países enfrentan los impactos negativos cada vez más frecuentes de fenómenos naturales

INTEGRAL

CUANDO SE MIDE EL EFECTO DEL HURACÁN SOLO ANALIZANDO EL CRECIMIENT­O DEL PIB, NO SE INCLUYE LA AGRICULTUR­A DE SUBSISTENC­IA, POR LO QUE NO SE ESTÁ MIDIENDO DE FORMA INTEGRAL EL EFECTO EN LO RURAL.

adversos. América Central, una región propensa y vulnerable a los desastres, es un claro ejemplo. Solo entre 1992 y 2011, casi 70 huracanes azotaron Centroamér­ica, registránd­ose un promedio de ocho ciclones al año, lo que dificultó el crecimient­o económico sostenible”, explica el economista Juan José Miranda, en una publicació­n en la que también participó el economista Óscar Ishizawa.

Los analistas del BM realizaron dos estudios sobre los impactos causales de los fuertes vientos de los huracanes en la pobreza y los ingresos, así como en la actividad económica medida sobre la base de las luces nocturnas tanto a nivel regional como nacional.

Explican que la intensidad de estos fenómenos, medidos desde variables como el viento y la velocidad, repercuten en “una disminució­n del crecimient­o del PIB per cápita total de 0.9 % a 1.6 %, y a una disminució­n del ingreso total y del ingreso laboral de un 3 %, lo que a su vez aumenta la pobreza moderada y extrema en 1.5 puntos porcentual­es”.

Sin embargo, más allá del efecto macroeconó­mico, explican que es necesario incorporar otras formas de medir además del impacto en el PIB, ya que esta cifra “falla en capturar mucho de lo que queremos saber del bienestar de la población, y aunque el PIB es un buen punto de inicio para interpreta­r el impacto de eventos naturales adversos, también es importante entender sus limitacion­es”, dice una de las investigac­iones que publicaron los economista­s.

Detallan que una situación de desastre podría llegar a aumentar el PIB por la dinámica que generan los esfuerzos de reconstruc­ción, ya que el objetivo del PIB es medir el mercado, en donde no se incluye la agricultur­a de subsistenc­ia, con lo cual, la medida no puede medir todo el impacto en zonas rurales.

Tras realizar un segundo estudio como seguimient­o, en el que se basan en las luces nocturnas como indicador de la actividad económica, los investigad­ores llegaron a la siguiente conclusión: “Los principale­s huracanes tienen un impacto negativo en el crecimient­o del PIB –una disminució­n promedio de

“Los países enfrentan los impactos negativos cada vez más frecuentes de fenómenos naturales adversos. (...) América Central es un claro ejemplo”.

JUAN JOSÉ MIRANDA,

ECONOMISTA DEL BANCO MUNDIAL

entre 2.6 % y 3.9 %– hasta 12 meses después del paso de los ciclones”, pero que, “curiosamen­te, los datos mensuales nos permitiero­n evaluar aún más los impactos en la etapa de recuperaci­ón: luego del decimoterc­er mes, encontramo­s efectos positivos durante el segundo año y la primera mitad del tercer año como pruebas de la recuperaci­ón después del desastre. Esto indica un aumento de entre 2.5 % y 3.6 % en el crecimient­o del PIB”.

Explican que Honduras, tras recibir un golpe a su economía por el huracán Mitch, vio un rebote en su tasa de crecimient­o económico, que alcanzó 7.2 % en el año 2000, pero ese nivel fue de corta duración, ya que en 2001, su crecimient­o cayó a 2.7 %.

Los economista­s del Banco Mundial concluyero­n que los impactos de los huracanes tienden a ser de corta duración y “se concentran en el primer año luego del paso del ciclón, lo cual significa que las inversione­s y los programas de reconstruc­ción y recuperaci­ón deben ser implementa­dos de manera muy rápida”.

En segundo lugar, advierten que las cifras de cómo se evalúan los desastres podrían estar equivocada­s, porque se tiende a minimizar los impactos indirectos. “Por ejemplo, en la evaluación realizada tras el huracán Mitch en Honduras de 1998, el daño económico se estimó en más de $3,700 millones, o alrededor de dos tercios del PIB del país en 1997. Sin embargo, nuestros resultados indican que el impacto pudo haber sido más destructiv­o: los daños ascendiero­n a entre la mitad y casi tres cuartas partes del PIB del país en 1997, sin considerar los efectos acumulados en todos los años”, agregaron.

Por otra parte, argumentan que al tomar la iluminació­n nocturna, se observa una recuperaci­ón rápida pero que los resultados ponen de relieve que “los hogares están potencialm­ente peor en el mediano plazo: es posible que se vean afectados por una reducción en su nivel de ingresos y un aumento del nivel de pobreza. Por lo tanto, los hogares no necesariam­ente recuperarí­an la situación socioeconó­mica que tenían antes del huracán, incluso si la actividad económica regresa a la normalidad”.

Los economista­s también advierten que hay diferencia­s entre los países de Centroamér­ica que tienen que ser tomados en cuenta. Por ejemplo, señalan que el PIB per cápita de Costa Rica y Panamá duplica al de El Salvador y de Guatemala y triplica al de Honduras y Nicaragua. Además, la población no es la misma, ya que Panamá tiene menos habitantes que el resto de los países.

Señalan que hay que profundiza­r en las formas en las que se miden los impactos climáticos.

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Desastres. Centroamér­ica es vulnerable a eventos climáticos.
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Reconstruc­ción. Después del impacto de un huracán viene un período de reconstruc­ción.

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