Lasescuelas demanejo, punto neurálgico delsistema
Muertes, lesiones, pérdidas materiales de personas y afectación de los bienes públicos son manifestaciones de los sucesos diarios en la vida de los pueblos y ciudades del país.
El origen de estos accidentes podríamos dividirlos en errores humanos y debilidades del sistema de tránsito y tráfico que impera en el Estado.
Diariamente cientos de vehículos transitan por las atestadas calles del Gran San Salvador, su periferia o en los pueblos del interior del país con ciertas actitudes transversales y constantes que se han incorporado a la vida de la población. Allí donde la acción de los gobiernos municipales es estratégica.
Si nos detenemos a mirar un poco el comportamiento de los automovilistas y peatones, veremos reflejadas actitudes que muestran el comportamiento desafiante e irrespetuoso de la población, en todos los niveles sociales, especialmente de los conductores y peatones con menores grados de instrucción.
El peatón no utiliza los espacios destinado para ello, usa la calle, no las aceras o pasarelas, y se comportan con una actitud de reto hacia el automovilista, le desafía a que lo atropelle, dando lugar a arbitrariedades y situaciones de intolerancia que pueden provocar un altercado con fatales consecuencias; tanto el automovilista como el conductor manejan la misma condición de desafío, de prevalencia de lo individual; yo primero. Vea usted el comportamiento de algunos conductores: si usted quiere incorporarse el que viene atrás acelera para obstaculizarlo, en lugar de ceder el paso. Los incitadores a desorden que hacen terceras filas rompiendo la norma; si un amable conductor le brinda espacio, el gañán se aprovecha y permite que todos los que han irrespetado como él se introduzcan en la fila, como un acto de solidaridad con todos los irrespetuosos como él. Es un mal entendido derecho de equidad y libre tránsito que conduce al desorden y violación de los derechos de los demás.
También es significativo el desconocimiento del reglamento de tránsito y la ineficiencia de las autoridades de tránsito, gobiernos municipales y en general el cuerpo policial sobre este problema que cada día suma más muertos y lesionados.
Hay que reconocer que la actuación de la Dirección General de Tránsito ha mejorado en los últimos meses, pero sigue siendo deficiente desde el enfoque y operación parcial y no integral como se requiere.
Muchos policías ven una infracción y se hacen desentendidos, cuando debería de haber una instrucción de la dirección general de la PNC que obligue a cualquier policía corregir la infracción de manera justa e inmediata. Cumplir con lo que la ley norma y ordena. Si no lo hacen, sería igual que una institución de socorro no atienda a un paciente porque en esa zona no tiene base de operaciones.
Pero el fondo del problema desde mi perspectiva es la educación vial. Y me refiero a la autorización y refrenda de la licencia de conducir, a esos filtros necesarios para instruir a los futuros y activos conductores a comprender y obedecer la ley. Que ahora es un tremendo desorden. Con su eficacia, se ahorraría el Estado millones de dólares en atención en salud, cientos de vidas humanas, reparaciones de las vías públicas y otros daños marginales.
¿Quién supervisa y exige que se cumplan los estándares de calidad educativa? ¿O es un negocio dejado al arbitrio de la voluntad de las escuelas de manejo? A mi manera de ver, ese es un punto de inflexión que debe corregirse desde ya, para ver resultados en el futuro. El no hacerlo es ser cómplice del mal funcionamiento del sistema y colateralmente de las muertes, accidentes y el daño a personas, bienes privados y públicos.
NECESITAMOS CREAR FICCIONES PARA QUE LA IMAGINACIÓN NO SE ABURRA Y CEDA ENTONCES AL IMPULSO DE IRSE PARA OTRA PARTE. Me parece loable, oportuna y humana la iniciativa de derogar el inciso segundo del artículo 14 del Código de Familia que permite el matrimonio infantil. ¡Hay que comenzar por algo!
Sin embargo, esta abominación se debería erradicar de raíz, desde el hogar, mediante la aplicación de leyes que no dejen impunes a violadores y con educación reproductiva que incluya temas de autoestima dirigida a padres, madres, niños, niñas y jóvenes.
Desde mi punto de vista, el problema no es si se casan o no, si se legaliza semejante abuso o no; el problema es el acceso, la permisividad a la que están expuestas las niñas e incluso los niños, y en muchas ocasiones bajo la mirada de sus madres.
Este tema no es nuevo, desde siempre se han conocido casos de abusos al interior de las familias, tanto en el área rural como urbana que de alguna manera se han “silenciado”.
En este tiempo que la tecnología facilita el acceso a información buena y mala, lo que hace falta es orientación en el hogar y la escuela. Que las niñas se sientan seguras y amadas; que diferencien el sexo y el amor. Que las madres, los padres y la comunidad educativa tengan conciencia del deber de escuchar y proteger a los niños.
Que el sistema judicial se tome en serio no solo a los abusadores sino también la negligencia de los padres al no corresponder al cuidado que merecen los niños y las niñas, que en muchas ocasiones son primeramente abusados dentro del hogar.