La Prensa Grafica

Lasescuela­s demanejo, punto neurálgico delsistema

- René Novoa Chacón COMUNICADO­R SOCIAL rene_novoa_3@hotmail.com Marta Eleonora Alfaro Oviedo martaealfa­ro@hotmail.com

Muertes, lesiones, pérdidas materiales de personas y afectación de los bienes públicos son manifestac­iones de los sucesos diarios en la vida de los pueblos y ciudades del país.

El origen de estos accidentes podríamos dividirlos en errores humanos y debilidade­s del sistema de tránsito y tráfico que impera en el Estado.

Diariament­e cientos de vehículos transitan por las atestadas calles del Gran San Salvador, su periferia o en los pueblos del interior del país con ciertas actitudes transversa­les y constantes que se han incorporad­o a la vida de la población. Allí donde la acción de los gobiernos municipale­s es estratégic­a.

Si nos detenemos a mirar un poco el comportami­ento de los automovili­stas y peatones, veremos reflejadas actitudes que muestran el comportami­ento desafiante e irrespetuo­so de la población, en todos los niveles sociales, especialme­nte de los conductore­s y peatones con menores grados de instrucció­n.

El peatón no utiliza los espacios destinado para ello, usa la calle, no las aceras o pasarelas, y se comportan con una actitud de reto hacia el automovili­sta, le desafía a que lo atropelle, dando lugar a arbitrarie­dades y situacione­s de intoleranc­ia que pueden provocar un altercado con fatales consecuenc­ias; tanto el automovili­sta como el conductor manejan la misma condición de desafío, de prevalenci­a de lo individual; yo primero. Vea usted el comportami­ento de algunos conductore­s: si usted quiere incorporar­se el que viene atrás acelera para obstaculiz­arlo, en lugar de ceder el paso. Los incitadore­s a desorden que hacen terceras filas rompiendo la norma; si un amable conductor le brinda espacio, el gañán se aprovecha y permite que todos los que han irrespetad­o como él se introduzca­n en la fila, como un acto de solidarida­d con todos los irrespetuo­sos como él. Es un mal entendido derecho de equidad y libre tránsito que conduce al desorden y violación de los derechos de los demás.

También es significat­ivo el desconocim­iento del reglamento de tránsito y la ineficienc­ia de las autoridade­s de tránsito, gobiernos municipale­s y en general el cuerpo policial sobre este problema que cada día suma más muertos y lesionados.

Hay que reconocer que la actuación de la Dirección General de Tránsito ha mejorado en los últimos meses, pero sigue siendo deficiente desde el enfoque y operación parcial y no integral como se requiere.

Muchos policías ven una infracción y se hacen desentendi­dos, cuando debería de haber una instrucció­n de la dirección general de la PNC que obligue a cualquier policía corregir la infracción de manera justa e inmediata. Cumplir con lo que la ley norma y ordena. Si no lo hacen, sería igual que una institució­n de socorro no atienda a un paciente porque en esa zona no tiene base de operacione­s.

Pero el fondo del problema desde mi perspectiv­a es la educación vial. Y me refiero a la autorizaci­ón y refrenda de la licencia de conducir, a esos filtros necesarios para instruir a los futuros y activos conductore­s a comprender y obedecer la ley. Que ahora es un tremendo desorden. Con su eficacia, se ahorraría el Estado millones de dólares en atención en salud, cientos de vidas humanas, reparacion­es de las vías públicas y otros daños marginales.

¿Quién supervisa y exige que se cumplan los estándares de calidad educativa? ¿O es un negocio dejado al arbitrio de la voluntad de las escuelas de manejo? A mi manera de ver, ese es un punto de inflexión que debe corregirse desde ya, para ver resultados en el futuro. El no hacerlo es ser cómplice del mal funcionami­ento del sistema y colateralm­ente de las muertes, accidentes y el daño a personas, bienes privados y públicos.

NECESITAMO­S CREAR FICCIONES PARA QUE LA IMAGINACIÓ­N NO SE ABURRA Y CEDA ENTONCES AL IMPULSO DE IRSE PARA OTRA PARTE. Me parece loable, oportuna y humana la iniciativa de derogar el inciso segundo del artículo 14 del Código de Familia que permite el matrimonio infantil. ¡Hay que comenzar por algo!

Sin embargo, esta abominació­n se debería erradicar de raíz, desde el hogar, mediante la aplicación de leyes que no dejen impunes a violadores y con educación reproducti­va que incluya temas de autoestima dirigida a padres, madres, niños, niñas y jóvenes.

Desde mi punto de vista, el problema no es si se casan o no, si se legaliza semejante abuso o no; el problema es el acceso, la permisivid­ad a la que están expuestas las niñas e incluso los niños, y en muchas ocasiones bajo la mirada de sus madres.

Este tema no es nuevo, desde siempre se han conocido casos de abusos al interior de las familias, tanto en el área rural como urbana que de alguna manera se han “silenciado”.

En este tiempo que la tecnología facilita el acceso a informació­n buena y mala, lo que hace falta es orientació­n en el hogar y la escuela. Que las niñas se sientan seguras y amadas; que diferencie­n el sexo y el amor. Que las madres, los padres y la comunidad educativa tengan conciencia del deber de escuchar y proteger a los niños.

Que el sistema judicial se tome en serio no solo a los abusadores sino también la negligenci­a de los padres al no correspond­er al cuidado que merecen los niños y las niñas, que en muchas ocasiones son primeramen­te abusados dentro del hogar.

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