Zonas francas: clave para el crecimiento económico (Parte II)
En esta oportunidad haré referencia al impacto positivo de las zonas francas en la economía nacional, especialmente en tres aspectos relevantes: a) la generación de empleo; b) su contribución a las exportaciones; y c) el encadenamiento productivo con empresas locales.
El régimen de zonas francas alberga en la actualidad a 220 empresas que en su conjunto generan más de 84 mil empleos directos y un número igual de empleos indirectos, constituyéndose en el principal generador de empleo formal a escala nacional. A través de esta generación masiva de empleo, contribuyen de manera importante a los ingresos fiscales y a la seguridad social, en la medida que sus empleados pagan impuestos y aportan al ISSS y a las administradoras de pensiones.
Más allá de una mirada cuantitativa, el empleo generado en las zonas francas representa en muchos casos la primera oportunidad de empleo para jóvenes, genera puestos de trabajo en zonas geográficas económicamente deprimidas, alberga una importante cantidad de empleo femenino que significa el sostenimiento de hogares por madres solteras, y ofrece la posibilidad de desarrollo profesional a sus trabajadores a través de programas permanentes de formación, capacitación e innovación.
En comercio internacional destaca el valioso aporte de las zonas francas a las exportaciones del país. Aproximadamente el 53 % de todos los bienes que exportamos se producen en las empresas amparadas en zonas francas. Solo la industria textil y confección, que es la principal usuaria de ese esquema, es responsable del 47 % del total de las exportaciones y se ubica dentro de los primeros 15 proveedores a escala mundial en el mercado de prendas de vestir de Estados Unidos. Solo en 2016, las exportaciones de este sector alcanzaron $2,521 millones.
Pero no solo textiles y prendas de vestir se producen en nuestras zonas francas. Existe, por ejemplo, una zona franca dedicada exclusivamente a la producción y exportación de plantas ornamentales; empresas dedicadas a la exportación de productos de papel y cartón; y plantas donde se fabrican partes para vehículos. Es un régimen que ha facilitado la diversificación de nuestra base productiva y de nuestra oferta exportable.
Un aspecto poco mencionado es la contribución al desarrollo de las pequeñas y medianas empresas locales que forman parte de su cadena de abastecimiento y que han encontrado en las zonas francas un mercado importante para la expansión de sus ventas de bienes y servicios; por ejemplo, servicios de seguridad, de mantenimiento y reparación de maquinaria, de auditoría y contabilidad, de informática, entre muchos.
También existen múltiples ejemplos de provisión de bienes como alimentos y bebidas, repuestos y lubricantes, papelería, en fin, un proceso de encadenamiento “hacia atrás” que amplía los beneficios de las zonas francas a otras áreas de la economía nacional. Se estima que las empresas amparadas a este régimen compran anualmente más de $500 millones localmente.
Existe un gran potencial de crecimiento para las zonas francas y las empresas que ellas albergan. Un ejemplo de ese potencial es el crecimiento de las exportaciones en el período 2012-2016 en el que crecieron 11 %, muy por encima de la tasa de crecimiento de la economía y de otras actividades productivas.
El régimen enfrenta grandes desafíos para continuar su crecimiento en el largo plazo; como un servicio de provisión de energía eléctrica estable y a precios competitivos, una aduana ágil y de paso fácil, una administración pública eficiente y un entorno favorable que les facilite a las empresas competir en el mercado global.
La experiencia nos ha demostrado que la mejor forma de contribuir con este objetivo es manteniendo un diálogo permanente, ya que solo así es posible entender sus necesidades y atenderlas con prontitud y eficacia.
Unámonos para crecer.