Lanuevacolonización ysuabanicodepenas capitales
Por hoy, en nuestro país, la pena de muerte no es el tema en boga; sin embargo, lo citaré como preámbulo a la mención de otras de las tantas sentencias a muerte que nos rodean, sobre las cuales es imperativo reflexionar...
La pena de muerte ha sido motivo de fríos y actuados debates legislativos; la cautela hacia el costo electoral por abanderarla nos llevó a presenciar algunos shows de humanismo, evadiendo su verdadera discusión. El populismo legislativo y un gobernante maquiavélico y narcisista cedieron la pena de muerte a criterios delincuenciales, en una desvergonzada negociación que la ubicó como un estratégico recurso estadístico.
La izquierda que nos gobierna maneja bajo la mesa otros conceptos de “Penas de muerte” que no asimilamos, están en plena aplicación y de forma indirecta afectan nuestra vida. Estas silenciosas e inadvertidas condenas no son la ejecución directa de un individuo como castigo a un delito, son masivas, lentas y sentenciadas años atrás, en juicios privados celebrados en algún lugar de La Habana.
El fomento a la ignorancia y encaramar sobre esta el concepto ecologista del socialismo no es una casualidad, es la cara verde del adoctrinamiento; la conciencia ambiental pasó a ser un mito cuando Fidel Castro se dio cuenta de que el futuro de las revoluciones pronto pasaría a manos de una nueva generación. La denuncia marxista a la fractura metabólica entre el hombre y la tierra pasó a ser la fachada política que esconde la depredación... La degradación ambiental es ahora la herramienta para garantizar a mediano plazo el incremento de la pobreza.
Vivimos un nuevo proceso de colonización, en donde el cambio climático y la responsabilidad ambiental son un disfraz para distraernos. Vivimos en una fábrica de leña que aumenta día a día la vulnerabilidad ante los embates de la naturaleza, sin darnos cuenta nos utilizan como verdugos del ecosistema, condenándonos al hambre...
En nuestro país, la agenda socialista fomenta la depredación y la destrucción de zonas boscosas al implantarnos la agricultura de subsistencia. Esta política agrícola de cultivos de corto ciclo, nuestra densidad demográfica y las variables climáticas son la sentencia a muerte de la agroindustria y el empleo, condena que recae sobre las nuevas generaciones.
Mil palabras serían insuficientes para denunciar el desprecio a la cultura y la educación, condición que nos aleja de la comprensión de todo concepto de desarrollo, político, social, científico, económico, industrial, etcétera. La marginación de la Identidad Cultural y la ideologización mediante el acomodamiento de la educación son medios muy efectivos para lograr la dominación.
Sintetizar la calidad educativa y reducir su operatividad es un mecanismo de alienación y adaptación a los patrones de la lógica socialista. El producto es un ser clónico, cuya ignorancia cultivada en la pobreza lo hace alineado, sin iniciativas, sin pensamiento crítico –respondiendo de manera complaciente a un sistema político enemigo del progreso.
La acción de convertirnos en una serie, presa del control hegemónico del pensamiento, garantiza la supremacía en el poder sin mayores obstáculos. Así, se convierte a la educación es un reo político, su hacinamiento evita el desarrollo del sentimiento nacionalista que incentiva el progreso social, económico y democrático. Lamentablemente, la condena a muerte de la educación también está dada, la sufren los jóvenes y es una de las condenas más dañinas a las que estamos sometidos...
Sentencias como estas hay muchas más: al civismo, a la voluntad
LA IZQUIERDA QUE NOS GOBIERNA MANEJA BAJO LA MESA OTROS CONCEPTOS DE “PENAS DE MUERTE” QUE NO ASIMILAMOS, ESTÁN EN PLENA APLICACIÓN Y DE FORMA INDIRECTA AFECTAN NUESTRA VIDA.
popular, a la libertad de expresión, a la moral... Este tejido muy bien elaborado incluye el corredor hacia la ahorca del Estado de derecho, abriendo el camino hacia un Estado absolutista, que maneja a su antojo las garantías y la seguridad de la igualdad ante la ley... En este Estado colonial, la institucionalidad es un antojo político y la condena a muerte de la democracia es una sentencia asegurada...
En nuestro país, no basta con señalar el rumbo que lleva este gobierno, ni insistir en que están equivocados; hay que ser claros y entender que la izquierda tiene su rumbo muy bien definido, que es la oposición, específicamente la derecha, la que no logra unificarse para “hacer las cosas bien”. No podemos acomodarnos y esperar que todas estas condenas a muerte lleguen a consumarse, dejar el futuro a nuestra fe en que la razón dominará en las urnas es una trivialidad que debemos superar.
Señores de la derecha, el tiempo para unirnos se acaba, si no se abren las puertas a nuevas alternativas, a la modernidad política y se recupera la confianza a la derecha antes que la de un partido, veremos muy pronto la ejecución de nuestra joven democracia y la consolidación en nuestro país del colonialismo cubano.