Sobre la finca humana
Estoy terminando de leer un pequeño libro titulado “La finca humana”, escrito por Katie Smith Milway, una canadiense investigadora y escritora para Wall Street Journal y Gasette de Europa y Montreal.
Describe cómo un grupo de pequeños agricultores hondureños transformó sus comunidades y a sí mismos. No solo encontraron soluciones a los problemas técnicos y aumentaron la producción agrícola, sino que desarrollaron nuevas maneras de pensar y enriquecieron sus vidas a través de la acción colectiva. Esta obra muestra cómo la pasión, el compromiso y la creencia en la capacidad de la gente pueden revitalizar el espíritu humano. Lo anterior lo expresó D. Merrill, presidente de Fresno Pacific University. El libro retrata la inteligencia, la sensibilidad y la obstinación del inspirador, don José Elías Sánchez, apóstol de la educación y extensionista indetenible en el arte de cultivar la finca humana y la tierra. Honduras, como El Salvador, se caracterizan por tener una topografía ondulada en buena parte de su territorio y, además, muy deteriorada, por la sobreexplotación de los recursos naturales. Es así que las actuales generaciones se tienen que ingeniar nuevas ideas que les permitan conseguir el sustento para nutrir a sus familias. Don José Elías Sánchez (Q. D. D. G.) empezó su tarea en una granja llamada Loma Linda, en la zona central de Honduras. Reuniendo vecinos y motivándolos a aprender nuevas técnicas, pero con mayor énfasis en cambiar su mentalidad negativa, originada por muchos reveses, a una positiva basada principalmente en una nueva manera de pensar, empezaron con un rústico centro de enseñanza al que los vecinos motivados venían a realizar tareas sencillas de conservación de suelos que no eran novedad, pues los incas en Los Andes ya las practicaban muchos siglos atrás, haciendo terrazas, barreras vivas o acequias de contención del agua lluvia. Luego, en tales terrazas fueron poniendo abonos orgánicos elaborados por ellos y así iniciaron con cultivos que el mercado demandaba. Otras localidades informadas de lo que acontecía en Loma Linda, enviaron personas a recibir adiestramiento y, luego, capacitados, realizaron la misma tarea en sus comunidades, al grado que la idea fue creciendo y ampliándose a escala internacional. Don José Elías en cierta oportunidad expuso su teoría: “La miseria humana no es la falta de dinero; es no saber quien es uno. La insatisfacción es el inicio del cambio. La frase gente pobre es una expresión sumamente ofensiva; debería sustituirse por la frase: gente sin visión para aprovechar las oportunidades. Es imposible sembrar ideas de superioridad en el cerebro de una persona con el estómago vacío. Cometer un error no es error, pero cometer uno y no admitirlo, sí lo es.. ¿Por qué soy tan duro? Porque conozco a mi gente. Soy duro con cariño. El cuerpo humano tiene tres partes: el cerebro es la computadora; las manos ejecutan las órdenes y el corazón ejecuta las acciones, sea con amor o con odio. Lo demás es relleno. Si la mente de un campesino es un desierto, su finca también lo será. La transferencia de tecnología es un concepto ofensivo; debemos transformar, no transferir. La finca humana produce, la finca física reproduce. En cualquiera de los casos, la creación existe primero en la mente del arquitecto. Cuando empecé a visitar a los campesinos en sus parcelas, muchos me preguntaban: ¿Por qué nos está ayudando? y contestaba que se trataba de un buen negocio, pues me gustaba estar rodeado de gente educada y no de ignorantes. Observar el cambio en las personas es una cosecha. Ver a un hombre vender sus granos y obtener suficiente dinero para comprar una vaca, es también una cosecha. ¿Cierto? Cuando algunos norteamericanos nos visitan y ven la miseria del país, se les ablanda el corazón y nos regalan cosas. Yo no regalo nada. ¿Por qué fracasa un campesino? Porque le regalan insumos que crean dependencia y cada vez solicita más y no le alcanza, y así sigue la pobreza aumentando. El desarrollo es un proceso de desplazamiento. Las buenas ideas desplazan a las malas. Nosotros no enseñamos, compartimos información en dos direcciones. Mi filosofía es simple: cuando muera, tendré todo el tiempo para descansar”.