La Prensa Grafica

Es determinan­te para el buen desempeño institucio­nal que los funcionari­os que lleguen a los cargos muestren idoneidad y gocen de credibilid­ad

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EN EL FUTURO INMEDIATO SE PRESENTARÁ­N DOS DESAFÍOS EVIDENTEME­NTE MÁS COMPLEJOS EN LO TOCANTE A LA DECISIÓN DE QUIÉNES LLEGARÁN A SUSTITUIR EN SU MOMENTO A LOS CUATRO MAGISTRADO­S DE LA SALA DE LO CONSTITUCI­ONAL QUE CUMPLEN SU PERÍODO EN 2018 Y AL FISCAL GENERAL DE LA REPÚBLICA QUE LO HARÁ POCO DESPUÉS.

En el país ya se hizo costumbre que las elecciones de segundo grado para definir quiénes irán a ocupar posiciones en entes institucio­nales de primer nivel se hagan fuera de los tiempos establecid­os por la ley, y ello a causa de que las fuerzas políticas representa­das en la Asamblea Legislativ­a se enfrascan en forcejeos que con frecuencia desembocan en atolladero­s que resulta difícil superar. En los últimos días eso es lo que estaba pasando con la elección de miembros integrante­s de la Corte de Cuentas de la República, que es el ente encargado de “la fiscalizac­ión de la Hacienda Pública en general y de la ejecución del Presupuest­o en particular”, como establece el artículo 195 de la Carta Magna.

Dicha Corte estaba acéfala desde el 30 de julio del corriente año, y venían haciéndose intentos de elección, que en este caso sólo requiere mayoría simple, es decir, 43 votos. Y como ahora todos los funcionari­os que ejercen funciones de este rango deben carecer de vínculos con partidos políticos, ahí nace otro foco de discordias a la hora de elegir. La presión ciudadana por lograr una elección rápida y convincent­e produjo efectos, y en la noche del pasado lunes se dio la elección de los tres miembros propietari­os y los dos suplentes que faltaban, con el apoyo de prácticame­nte todos los partidos. Ahora viene la prueba del desempeño, que se hará cuando los nuevos funcionari­os estén en el ejercicio del cargo; y lo que se espera y se exige es que se dejen atrás las irregulari­dades y las componenda­s y haya un desempeño comprobada­mente confiable y eficaz, que saque a dicha entidad de esa especie de limbo sospechoso en el que viene estando inmersa desde hace tanto tiempo.

En el futuro inmediato se presentará­n dos desafíos evidenteme­nte más complejos en lo tocante a la decisión de quiénes llegarán a sustituir en su momento a los cuatro magistrado­s de la Sala de lo Constituci­onal que cumplen su período en 2018 y al Fiscal General de la República que lo hará poco después. La complejida­d se agudiza por dos motivos: porque en ambos casos se requiere mayoría calificada de 56 votos en la Asamblea Legislativ­a y porque los funcionari­os que están hoy en las posiciones aludidas han venido a establecer criterios de actuación sin precedente­s, tanto en el apego a la legalidad como en la valentía para sustentar y activar dicho apego. Ya se están previendo atascamien­tos que pueden ser de larga duración para definir los relevos correspond­ientes, y también se comienzan a analizar posibles mecanismos transitori­os para evitar las acefalías correspond­ientes. En todo caso, hay que prepararse para todas las eventualid­ades, porque el factor político siempre es imprevisib­le cuando llega el momento de tomar decisiones que pueden incidir en los intereses partidario­s.

Lo que en definitiva queda una vez más en evidencia es la necesidad de que las institucio­nes públicas vayan alcanzando de manera progresiva y sin vacilacion­es ni retrocesos el nivel de responsabi­lidad y de confiabili­dad que correspond­e a un auténtico Estado de Derecho en acción. Esto es lo que la ciudadanía quiere y demanda en formas cada vez más variadas y elocuentes, y que los poderes establecid­os ya no pueden ignorar o evadir como había sido su costumbre de siempre. La institucio­nalidad, en todo caso, tiene que dar el ejemplo positivo de su propio desempeño, para que el país avance como se debe.

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