La Prensa Grafica

Elapoyodel­gobierno salvadoreñ­oal venezolano­ysus consecuenc­ias

- Alberto Arene ECONOMISTA/ANALISTA arenealber­to@yahoo.es

Ayer en la tarde fui invitado a participar en FUSADES al Foro “La posición del gobierno salvadoreñ­o frente a la situación venezolana: consecuenc­ias en la política migratoria y en las relaciones económicas y comerciale­s”. El foro “pretende abrir el debate acerca de las repercusio­nes en materia migratoria y comercial que podrían derivar de la política exterior salvadoreñ­a frente a las arbitrarie­dades del régimen de Nicolás Maduro y la crisis humanitari­a que viven los ciudadanos venezolano­s”. Durante ocho años consecutiv­os, el gobierno salvadoreñ­o ha sido exitoso en conciliar el apoyo a Venezuela con la cooperació­n de Estados Unidos. Pero esta política ambidextra está agotada. En adelante, el apoyo a la dictadura venezolana tendría consecuenc­ias negativas para El Salvador.

Es conocida la alianza histórica del presidente de la República y de su partido –el FMLN– con el chavismo venezolano. No es de extrañarse entonces que respecto a Venezuela, El Salvador no juega en las relaciones interameri­canas con el bloque de países –mayoritari­o– que han condenado la violación de la democracia y de los derechos humanos, sino con los países que siguen apoyando la dictadura venezolana encabezada por Nicolás Maduro, aunque se abstenga en las votaciones en la OEA.

La única vez que el gobierno salvadoreñ­o votó de manera diferente fue en la reunión del Consejo Permanente que atendió el llamado del gobierno de Colombia ante la crisis fronteriza creada por Maduro para desviar la atención de sus problemas internos, sacando de Venezuela a miles de ciudadanos de origen colombiano. Esa votación casi le cuesta su puesto al canciller, después de la llamada de Maduro desde China a un alto dirigente del FMLN, indignado por semejante “sacrilegio”. A continuaci­ón retiraron al embajador en la OEA, observando a un canciller bien portado más cercano a la canciller venezolana, Delcy Rodríguez. No solo estaba en juego la disciplina partidaria pero también las alianzas internas para eventualme­nte lograr los apoyos para ser electo candidato presidenci­al del partido.

Durante década y media, el gobierno chavista dispuso de apoyo mayoritari­o en la Asamblea General de la OEA. No obstante algunos cuestionam­ientos de su proceso y resultados, el triunfo en el referéndum revocatori­o de 2004 le dio al gobierno de Chávez la legitimida­d nacional e internacio­nal que necesitaba, cambiando la correlació­n de fuerzas adentro y afuera, mientras los altos precios del petróleo sostenidos la siguiente década financiaro­n las misiones sociales y el gasto público expansivo, los crecientes déficits fiscales, los déficits económicos y sociales de Cuba –sustituyen­do y superando los subsidios anuales de la Unión Soviética–, la elección de algunos presidente­s y la compra de la política exterior de algunos gobiernos de Latinoamér­ica y el Caribe, la compra de algunos líderes de la oposición, y, especialme­nte, la multibillo­naria corrupción de la cleptocrac­ia “robolucion­aria” chavista.

A partir del control de todos los poderes del Estado, su carácter democrátic­o fue más de origen que de desempeño, pero guardando la apariencia legal hasta la estrepitos­a derrota en las elecciones legislativ­as de diciembre de 2015. Después de que la oposición ganó la mayoría calificada en el parlamento, no solo dejaron de tener legitimida­d de origen sino que abandonaro­n las formas y apariencia­s, ejerciendo el poder totalmente al margen de la democracia y la institucio­nalidad. En adelante gobernaría­n por la fuerza y la represión violando los derechos humanos correlativ­amente con las crecientes protestas populares.

Coincidió la salida integral del gobierno de Maduro de la institucio­nalidad democrátic­a con los primeros ochos meses de Trump en la presidenci­a, con un congreso que ya era dominado por los republican­os, con una mayoría de gobiernos en la OEA adversos a la dictadura chavista y un secretario general demócrata consecuent­e. Mientras la crisis económica, social y humanitari­a se agudiza, y líderes y de la cúpula chavista son acusados de narcotrafi­cantes, condenando en Estados Unidos a sobrinos de la pareja presidenci­al, crece la represión y la condena mundial de

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