Buscar la propia luz
Los seres humanos estamos constantemente expuestos a enfrentar adversidades de la más variada índole, pero a la vez tenemos a nuestra disposición los insumos anímicos que nos habilitan para superar los obstáculos que se nos presentan en el camino. Muchas veces tales adversidades tienen carácter material, y en tal sentido no siempre son superables; pero en todo caso, si la persona como tal en todas sus dimensiones y con todos sus atributos se decide a salir adelante nunca le faltarán asideros y combustibles para lograrlo, aun con los sacrificios que ello implique. Lo primero que cada uno de nosotros tiene que activar desde el momento en que hay conciencia disponible es la fuente del espíritu, que siempre está albergada en alguna de las estancias interiores del ser, independientemente de la cultura que se tenga y de los recursos con que se cuente. Esa fuente es lo que hay que identificar y ubicar en la intimidad respectiva, para obtener de ella las energías inspiradoras y animadoras que puedan conducir a lo que comúnmente se conoce como éxito en la vida. Ese éxito se configura de distinta manera en cada quién, y por eso vemos destinos que salen adelante en formas infinitamente variadas. Lo que hay que tener siempre presente es que la autorrealización no está programada de antemano para nadie, sino que en cada caso depende de lo que haga o deje de hacer en concreto el individuo personalizado. Animémonos, pues, a la configuración decisiva del destino propio, poniendo toda la luz que nos sea posible acumular y activar a disposición de los anhelos y de las ansias que nos muevan.