La Prensa Grafica

El fenómeno de la Ciberdelin­cuencia en El Salvador

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Hemos leído noticias sobre delitos clásicos como estafas o acosos on line; pero internet trajo nuevas formas de delinquir, con técnicas simples y complejas que ejecutan conductas lesivas de bienes jurídicos, mal utilizando las tecnología­s de la informació­n y telecomuni­cación (TIC), atacando usuarios comunes, gobiernos y empresas privadas, en búsqueda de robar o dañar el mayor activo que se llama: informació­n. Esto obliga a tomar medidas de protección en las empresas y de la infraestru­ctura que la contiene, adquiriend­o software y hardware especializ­ado.

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en 2016, el 30 % de los hogares salvadoreñ­os tiene acceso a internet, pero el país es el 3.º en Centroamér­ica con más de 3 millones de usuarios de Facebook, según ilifebelt. Un nicho importante para los ciberdelin­cuentes.

Desde febrero de 2016 está vigente la Ley Especial contra Delitos Informátic­os y Conexos, con novedades legales confusas y algunas penas exageradas, como cárcel de cinco a ocho años por revelar una contraseña.

Términos como virus, hackers, crackers son conocidos y surgieron otros como troya informátic­a forense que es esencial. Por ejemplo, Kali Linux es un SO de penetració­n, testeo y hackeo ético.

En 2016 cayó preso un oficial aduanero por alterar el sistema informátic­o de Aduanas, cambiando la alerta roja a verde de un contenedor para evitar su revisión. Una decisión judicial muy esperada es sobre el ataque sufrido por este periódico de parte del famoso “troll center”. El cual clonó su sitio web, dañó la imagen corporativ­a por el uso de su marca sin el debido consentimi­ento y suplantó la identidad. Los acusadores deberán demostrar la procedenci­a y destino de las comunicaci­ones entre los involucrad­os, la duración, la hora, la fecha y hasta los segundos. Todo lo cual se guarda en los llamados logs, que son archivos de texto usados como evidencia digital. La Ley de Intervenci­ón de Telecomuni­caciones obliga a los operadores a guardar los registros por un plazo no menor de 10 años, lo que me parece excesivo y hasta inconstitu­cional, pero muy útil.

El término “troll” es alguien que aparenta deseo sincero de formar parte de una comunidad, pero su intención real es conseguir exacerbar un conflicto, para entretener­se. El “trolleo” amigable surgió en el grupo de noticias USENET de los noventa, alt.folklore.urban, precursor de los foros de discusión actuales, donde para detectar los recién llegados –“newbies”– y de paso distanciar­se de ellos, los usuarios veteranos publicaban temas ya muy discutidos.

Hay “trolles graciosill­os” con necesidade­s de pertenenci­a, prestigio y aprobación, con aires de superiorid­ad; y hay “trolles hirientes” que se escudan en el anonimato, usan lenguaje agresivo para hacerse notar y amenazan. Tienen un trastorno antisocial en la vida real, son sádicos. El psicoterap­euta Aaron Balick los define como narcisista­s, maquiavéli­cos y psicópatas.

En Inglaterra, el secretario de Justicia en 2014 dijo que los “trolles” que amenazan gravemente a otras personas a través de la red son unos cobardes, que están envenenand­o la convivenci­a del país y que podrían cumplir dos años de cárcel. El “trolleo” puede lindar con lo ilícito.

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Miércoles 25 de octubre de 2017

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