Expertos advierten sobre el riesgo de fraude en las empresas
Señalan que las organizaciones necesitan tener sistemas de control, un personal capacitado y un responsable, para mitigar las pérdidas económicas que están asociadas a un fraude.
Las empresas deben de prepararse para evitar los riesgos asociados al fraude dentro de las organizaciones, recomendó ayer la firma consultora Deloitte durante la conferencia organizada por la Asociación de Graduados de la Escuela de Negocios INCAE de El Salvador (AGI).
Según datos de la Asociación de Examinadores Certificados de Fraude, en 2016, en Latinoamérica la pérdida mediana por fraude fue de $174,000. Es decir que ese fue el costo para la empresa que, en un orden de la que menos perdió a la que más perdió, se ubicó a la mitad.
Según Emmanuel Paredes, consultor sénior de Forensic & Dispute para la práctica de servicios de asesoría financiera (FAS) en Guatemala y El Salvador, existen tres tipos de fraude: la manipulación de información financiera, es decir, sobrestimar o subestimar los resultados de la empresa; la apropiación d1e activos, o sea que la persona tome dinero o bienes de la empresa, y la corrupción que se da cuando hay una gratificación no legal o una extorsión financiera o soborno.
Roberto Polanco, oficial de cumplimiento y consultor sénior de Deloitte Legal El Salvador, explicó que un fraude se puede dar interna como externamente, y las pérdidas que las empresas pueden enfrentar llegan a ser mayores a una sanción directa por un caso específico de fraude, puesto que hay un “riesgo de contagio”, que significa que otros negocios de la empresa también se ven afectados por cuestiones como pérdida de reputación y credibilidad. Según Paredes, hay riesgos como el geográfico, es decir, cuando hay operaciones en países con normativas que se prestan a cuestiones como el lavado de activos, algunas actividades y la presencia de personas políticamente expuestas. Ante esto, explicó que es importante implementar sistemas de control dentro de la empresa y designar a un responsable, que además del oficial de cumplimiento, puede ser la persona a cargo de la oficina de Información y Respuesta.
En ese sentido, aclaró que un fraude tiene tres características. Debe ser intencional, es decir que un error operativo no puede constituir la falta. Luego debe haber una ilegalidad, que la acción de la persona vaya en contra de lo establecido, ya sea en las leyes o incluso en la moral, es decir que no sea el comportamiento esperado. Finalmente, debe haber alguien que se beneficie de la acción.
Según el estudio de la Asociación de Examinadores Certificados de Fraude, de una serie de casos estudiados en Latinoamérica, la mayoría de perpetradores resultaron ser hombres. Además, la tecnología puede ser una ventaja o riesgo, ya que los empleados pueden identificar las brechas en los protocolos de seguridad. Paredes explicó que hay un triángulo del fraude. Primero, la oportunidad, es decir que la persona tenga la opción de cometer el acto indebido, luego algún tipo de presión, generalmente externa, como por ejemplo altas deudas y, finalmente una racionalización. Este último, según el experto, es cuando el perpetrador busca cómo justificar que lo que está haciendo no es incorrecto.