La Prensa Grafica

DECIRLO EN VOZ ALTA

Mañana, 25 de noviembre, se conmemora el Día de la Eliminació­n de la Violencia contra la Mujer. Múltiples patrones y acciones en contra de las mujeres se han normalizad­o en nuestro país y nos muestran el largo camino que le falta a la sociedad para erradi

- Claudia Ramírez

Una de cada tres mujeres sufrirá, durante su vida, violencia física o sexual. En la mayoría de casos, el protagonis­ta de los golpes y los ataques sexuales será el compañero de vida de la víctima. Ambos son datos que se desprenden de las estadístic­as mundiales con las que ONU Mujeres ilustra la necesidad de luchar contra cualquier tipo de violencia este 25 de noviembre, Día de la Eliminació­n de la Violencia contra la Mujer.

Esaquepare­ceunasimpl­eestadísti­ca,esaunadeca­da tres, podría ser su hija, su sobrina, su amiga, su hermana, su mamá. Enredadas en un ciclo de silencio absolutood­evergüenza­porverseen­esasituaci­ón,porque así aprendimos a verla. Esa persona puede ser alguien que esté a su lado y no sepa cómo pedir ayuda.

Desde este día, LA PRENSA GRÁFICA quiere decir en voz alta que no está bien normalizar los golpes, la violencia emocional, la violencia patrimonia­l y psicológic­a a la que son sometidas miles de mujeres en este país. Que no es normal que tras el asesinato de una mujer sus hijos queden huérfanos y las mujeres del entorno estén asustadas ante la idea de denuncia y terminar igual.

Es un día en el que deberíamos estar aún más comprometi­dos por educar y educarnos sobre ese tema. Un día que nos debe recordar que nuestros hijos, sobrinos y demás familiares pueden convertirs­e en víctimas o victimario­s y que crear conciencia en ellos es solo responsabi­lidad de los adultos y sus entornos. Y eso no se logra guardando silencio, sino hablando y hablando claro, sin miedo.

Es un día para recordar que estamos obligados a denunciar y que no hacerlo nos vuelve cómplices, porque es mentira que es un asunto de dos.

Un día para reafirmar la necesidad de acompañar y apoyar a las víctimas. Porque son víctimas no porque sean tontas o les guste que las traten mal y las golpeen, sino porque detrás de ellas hay una historia que las llevó hacia ese espacio de vulnerabil­idad. Porque detrás de ellas hay miedo, desconocim­iento y un patrón de comportami­ento que las atrapa, las paraliza y les evita encontrar la salida.

Es importante que la sociedad entienda que es un tema de mujeres, sí, pero también de hombres. Que hace falta educar más y entender que cualquiera de estos tipos de violencia puede terminar con la vida de una mujer, de una hermana, de una prima, de una sobrina, de una mamá.

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