Meditemos en el Evangelio de san Mateo 2, 13-15; 19-23
Sagrada familia de Nazaret, una familia custodiada por ti. Constantemente estás inspirando a José y a María lo que tienen que hacer y cómo hacerlo. José se presenta como el guardián y custodio dócil que obedece prontamente una vez que se le aparece el ángel y le dice: “Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allá hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”, y lo mismo, al morir Herodes, siguiendo el designio de Dios regresan a Nazaret. Así se cumple lo que habían dicho los profetas: “Se le llamará Nazareno”. La primera escuela de la fe, desde los inicios del cristianismo, ha sido y será siempre la familia en donde los padres son practicantes; una familia en la que los padres creen y hay coherencia entre la vida y la fe, ofrecen una familia construida en roca firme. Para los padres cristianos, transmitir la fe no es algo opcional, es inherente al hecho mismo de transmitir la vida. El papa Pablo VI, en Jerusalén, el 5 de enero de 1964 visitó la iglesia de la Anunciación en Nazaret, de aquí el hace la reflexión de cómo Nazaret debería ser una escuela para todo cristiano y para toda familia cristiana: la 1.ª Nazaret es lección de silencio. “Oh, silencio de Nazaret, enséñanos el recogimiento, la interioridad, la disposición de escuchar las buenas inspiraciones”. Cada familia, cada hogar, debería ser un Nazaret, un espacio y un lugar donde el alma encuentre el remanso y la paz después de un día lleno de actividades y trabajos. La 2.ª Nazaret, lección familiar: “Que Nazaret nos enseñe qué es la familia, su comunión de amor, su austera y simple belleza, su carácter sagrado e inviolable”. Aprendamos de Nazaret lo dulce e irreemplazable que es la educación que en ella se recibe. La familia se convierte en la escuela de la humanización de los hombres, en el crecimiento armónico de valores y principios. La 3.ª Nazaret, lección de trabajo: “Nazaret o mansión del hijo del carpintero. Es aquí donde comprendemos y celebramos la severa y redentora ley del trabajo humano”. ¿Cuál es el valor que le doy al trabajo en función al fin más hermoso que es construir una familia con todo lo necesario para su crecimiento y armonía? Mi propósito en este día es dar gracias a Dios por el don de mi familia y seré servicial y atento cuidando la armonía y las buenas relaciones con cada miembro; cuidaré el ambiente de silencio y respetaré los tiempos de comida para convivir con mi familia.