Trump y América Latina: más odio que amor
Durante el primer año de gestión de Trump, los insultos y las amenazas han sido frecuentes. Más sanciones, endurecimiento de condiciones y solo en el tema político, sin mencionar sus decisiones en materia de migración.
Insultos a México, amenazas de intervención militar contra Venezuela y enfriamiento del deshielo con Cuba: la política del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, hacia América Latina durante su primer año en la Casa Blanca se ha alejado notablemente del acercamiento que buscaba su antecesor, el demócrata Barack Obama. México fue durante 2017 la “bestia negra” de Trump en América Latina, como se veía venir después de que el entonces candidato presidencial republicano insultó durante la campaña a los mexicanos indocumentados en Estados Unidos llamándolos “violadores”,“criminales”y“narcotraficantes”.
La insistencia de Trump en construir un muro en la frontera con México y cobrar su coste al vecino del sur motivó al presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, a cancelar la visita que tenía programada hacer a Washington el 31 de enero de 2017, que lo habría convertido en el primer mandatario latinoamericano en reunirse en Washington con el nuevo inquilino de la Casa Blanca.
Aun así, Peña Nieto se esforzó desde la investidura de Trump por mantener un tono de distensión y respeto diplomático con la nueva administración estadounidense, pese a que el magnate neoyorquino nunca dejó de amenazar a México con la expulsión masiva de indocumentados y con la salida de Estados Unidos del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (NAFTA o TLCAN) si la revisión del acuerdo, impuesta por él, no resultase favorable a su país.
Al final, sin embargo, la sangre no llegó al río durante el primer año de la presidencia de Trump: la construcción del muro, menos extenso que originalmente previsto, se retrasa por la falta de medios financieros aprobados por el Congreso; el número de mexicanos expulsados incluso fue inferior al que se registró durante el último año de la presidencia de Obama; y la renegociación del NAFTA sigue su curso, sin interrupciones.
Trump también recuperó la dura retórica anticastrista de anteriores gobiernos estadounidenses para exigir cambios democráticos y respeto a los derechos humanos en Cuba, dando marcha atrás en el histórico deshielo impulsado por Obama, quien en marzo de 2016 se convirtió en el primer presidente estadounidense en visitar la isla en 88 años.
Aunque no ha amenazado con romper otra vez relaciones con la “dictadura” cubana, Trump cosechó los aplausos del exilio cubano más duro en Estados Unidos al anunciar en junio un endurecimiento del embargo impuesto a la isla socialista desde 1962 y que Obama no había logrado levantar por falta de apoyo en el Congreso.
Las relaciones entre Washington y La Habana se
“El muro puede ayudar a detener el influjo masivo de drogas desde México, que ahora está calificado como el país más peligroso del mundo”. DONALD TRUMP, PRESIDENTE DE EUA
“Lo más grave es que hoy es el mismo presidente de Estados Unidos el que habla abiertamente de manera racista y discriminatoria”. DAVID OXYGEN, ACTIVISTA HAITIANO EN DECLARACIONES A LA AGENCIA EFE
deterioraron adicionalmente después de que el gobierno de Trump denunció una misteriosa serie de ataques acústicos contra diplomáticos estadounidenses en La Habana. En octubre, Estados Unidos expulsó a 15 miembros de la embajada de Cuba en Washington, pocos días después de haber retirado a más de la mitad de sus funcionarios en la isla.
Otra “dictadura” que se convirtió en el blanco de ataques de la administración Trump es Venezuela, país al que Washington impuso durante 2017 varias sanciones financieras acusando al gobierno del presidente Nicolás Maduro de violar los derechos humanos y socavar las garantías de la democracia.
Asimismo, Estados Unidos vetó la entrada al país de decenas de funcionarios venezolanos, acusados de corrupción y represión, e incluyó a Maduro en la lista de los líderes más indeseables, en la que ya figuraban el presidente de Siria, Bashar al Assad; el líder norcoreano, Kim Jong-un; y el entonces presidente de Zimbabue, Robert Mugabe.
En Centroamérica, el presidente conservador de Honduras, Juan Orlando Hernández, un aliado de Estados Unidos, recibió en diciembre el respaldo explícito de Trump cuando Washington decidió reconocer su reelección en los comicios celebrados un mes antes, pese a las denuncias de fraude de la oposición y la demanda de la Organización de Estados Americanos de que se repitiesen las elecciones.
Hernández devolvió el favor que le hizo Trump al apoyar pocos días después, junto con Guatemala, la polémica decisión unilateral de Estados Unidos de reconocer Jerusalén como capital de Israel.
“Aunque México tiene un problema significativo de violencia, es abiertamente falso que México sea el país más peligroso del mundo”. CANCILLERÍA DE MÉXICO, EN UNA NOTA RETOMADA POR LA DPA