EL SECRETO DEL ATARDECER: PARAÍSO ENTRE RÍOS
A 1,150 metros sobre el nivel del mar, en la parte más alta de Ataco, se encuentra este paradisíaco destino.
Siempre creí que Concepción de Ataco debía tener algo más para ofrecer, ese algo que a los amantes de lo natural nos hace encontrar la paz, ¡y ahora puedo decir que lo he conseguido! En mi viaje encontré un sitio privilegiado con la mejor vista que recuerdo y la sencillez de quienes lo custodian. La Asociación Cooperativa de Producción Agropecuaria Entre Ríos se ubica a 1,150 metros sobre el nivel del mar, en la parte más alta de Ataco, y cuenta con más de 500 manzanas de terreno, un paraíso del verde del café, pero también con producción de granos básicos y frutales. En medio de cafetales se levantan estas construcciones de madera, cabañas con lo esencial para no perder la sintonía del lugar en que el visitante se encuentra. Aroma a viejo y a café, y la austeridad tan preciada, se encuentran dentro de estas cuatro paredes robustas formadas por troncos.
ZONA PRIVILEGIADA
El valle se extiende hasta alcanzar el mar, kilómetros de terreno que desde esta parte del país parecieran encontrarse a unos simples pasos. Bastó una plática ligera con los lugareños para comprender el valor de lo que ellos llaman su tesoro, este territorio que linda con el bosque El Imposible.
Se trata de quizá la única zona selvática del país. Cuentan que hace unos años, un par de leoncillos fueron vistos en medio del bosque; ahora, serpientes de todo tamaño, cuches de monte, tigrillos, venados y animales de esos que son casi leyendas para la mayoría de nosotros conviven entre los cafetales de la cooperativa. La caza está prohibida desde hace muchos años en el lugar, los agricultores conviven con respeto junto a la nación animal que los rodea. Comentan que, en ocasiones, grupos de cuches de monte o jabalís interrumpen la jornada en los cafetales.
EL PORQUÉ DEL NOMBRE
En este edén occidental nacen tres ríos, mismos que dieron origen al nombre de la cooperativa y al hotel. En Entre Ríos se forman El Almendro, El Naranjo y Guayapa, afluentes que en su descenso hacia el mar dejan cascadas de hasta 60 metros, las cuales debo conocer en una próxima visita. Sus aguas dan vida y mantienen los cultivos antes de ceder su fuerza y convertirse en parte del mar.
Casi todo el occidente del país se reúne y saluda a Paraíso Entre Ríos. Giré la vista a la
izquierda y el último buque de la tarde partía del puerto de Acajutla. La línea portuaria se divisa entre los cerritos que van perdiendo tamaño conforme se acercan a la ciudad.
Hacia adelante, la Barra de Santiago, con su delgado estero, se dibuja antes de llegar al mar. Además, el puente de la Hachadura, Garita Palmera, Salinitas e incluso el comienzo de las tierras guatemaltecas son visibles.
Pero había algo más, un suceso que hace que todas las actividades se suspendan diariamente por unos minutos en Entre Ríos: el atardecer.
LA CAÍDA DEL SOL
Los lugareños que han visto caer el sol día tras día lo siguen esperando con reverencia. Un fenómeno que instintivamente reúne a los trabajadores para, en silencio, ver la caída del sol. Me uní a ellos. Al principio no entendía por qué los campesinos hablaban y decían que ya iba a ser la hora, como si el suceso les significara el fin de la jornada. Para mi fortuna, la sorpresa fue muy grata. El sol comienza su viaje
para iluminar otra parte de la tierra, regalando sus últimos colores de oro, tiñéndolo todo.
En un instante el sol comenzó su partida, regalando un abanico de rojos a todo lo que alcanzaba la vista. En ese momento el astro muestra su fase más endeble y permite verlo directamente casi sin castigo. En su último grito del día, el astro exhala su última energía. Mientras, a mi alrededor, los agricultores en línea; todos miraban sin decir una palabra, uno junto a otro, parecían haber encontrado un secreto, la respuesta a sus preguntas, el inicio de nuevas ilusiones.
El sol se sumergió y no hay palabras que describan con fidelidad este fenómeno. Ese que día a día reúne a trabajadores cansados de recorrer la tierra pero que apartan este momento para cargarse otra vez de energías y esperanza. El sol fue absorbido por el mar como cada tarde, pero para ellos y para mí se trató de un suceso único que se repite todos los días en un paraíso donde nacen los ríos. Lo vi todo una tarde en un viaje que empezó de forma casual y terminó con este momento inolvidable en la cima de uno de los cerros de Ataco junto a los sabios del campo en Entre Ríos.