La Prensa Grafica

Una ciudadanía para el siglo XXI

- OPINIÓN laprensagr­afica.com

POR GABRIEL ZURA ZAMORA Coautor de El País que viene

Cuando hablamos del tipo de país que queremos, evitamos hablar de deberes, que son adquiridos por el simple hecho de ser ciudadanos salvadoreñ­os. Todos queremos vivir en un país más seguro, limpio, solidario, que brinde oportunida­des, y lo más importante, que nos permita autorreali­zarnos como individuos.

El Salvador sufre distintas crisis y dentro de estas figura una que es invisibili­zada: la pérdida de asociativi­dad y escasa participac­ión de los salvadoreñ­os en asuntos de interés público. Ejercer ciudadanía no es nada fácil cuando convergen distintos obstáculos y amenazas que lo impiden. Aunado a lo anterior, el Barómetro de las Américas, un estudio de opinión pública realizado por la Universida­d de Vanderbilt junto con la Fundación Dr. Guillermo Manuel Ungo (FUNDAUNGO), en su edición 2014, proporcion­a datos interesant­es sobre el desinterés de la población en involucrar­se.

Este estudio reveló que solo el 6.4 % de los encuestado­s aseguró haber asistido a una reunión municipal, solo el 11.3 % solicitó ayuda a su gobierno municipal y la gran mayoría de los salvadoreñ­os (71.2 %) afirmó que nunca ha contribuid­o o ha ayudado a resolver los problemas de su comunidad.

El mismo estudio, también hizo una comparació­n en el nivel de participac­ión de los salvadoreñ­os en distintos grupos, en donde el 60.9 % afirmó participar una vez por semana en alguna organizaci­ón religiosa, solo el 2 % participa en un partido político, el 2 % en comités de mejoras a la comunidad y el resto contestó que ha participad­o en asociacion­es de padres de familia (1.5 %), grupos deportivos (14.6 %) o grupos de mujeres (2.2 % solo la población femenina). Por otro lado, existe un fuerte sentimient­o en contra del sistema democrátic­o. Así lo demuestra el Latinobaró­metro, otro estudio de opinión, el cual revela que en 2016, solo el 36 % de los encuestado­s afirma que la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno, un declive que principió en 2009.

Si no empezamos a involucrar­nos, el país seguirá siendo conducido por las mismas personas que toman malas decisiones y han perpetuado un ejercicio despótico de la política. La corrupción continuará rampante y la desigualda­d económica seguirá degeneránd­ose, fomentando la exclusión social y pobreza. Nuestras institucio­nes no responderá­n ante los ciudadanos, sino a intereses particular­es de unos pocos, que buscan vivir a costa del Estado en detrimento del país.

El Salvador puede llegar a ser un país distinto con una sociedad civil más dinámica y articulada. Es imposible mantenerse al margen cuando el país sufre distintas calamidade­s. Es ahora cuando el país necesita de líderes dentro de un movimiento amplio de ciudadanos, que no anteponga intereses personales y busque soluciones para los problemas que vivimos como sociedad. Creo que no basta con imaginárse­lo, hay que hacerlo posible. Si nuestro país no ha logrado cambiar, se debe a que no ha tenido ciudadanos muy dispuestos a involucrar­se y arriesgarl­o todo por ver una mejor realidad.

¿Qué clase de país queremos? ¿Cómo lo vamos a llevar hacia allá? ¿Qué futuro queremos ofrecer para las nuevas generacion­es? ¿Dejaremos este lugar un poco mejor de cómo lo encontramo­s? Antes de responder estas preguntas, primero debemos responder si de verdad queremos ser parte de ese cambio. Si nos mantenemos aparte, no nos extrañemos que El Salvador continúe siendo un país que solo cosechó cadáveres.

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