Movimientos de la sociedad civil: verdaderos agentes de cambio
Hablar sobre el futuro es una forma de visualizarse, como ciudadanos, como salvadoreños. Ciertamente es un ejercicio de planificación, pero también de expectativas y de sueños. Así que al pensar en ese país que viene también pensamos en la trayectoria hacia la que nos dirigimos como personas, principales componentes de este país que nos vio nacer.
A pesar de que, después de 25 años de haber logrado ponerle fin a la guerra civil en El Salvador, el país sigue padeciendo una serie de males y quienes los sufren son los más desprotegidos. Siguen pagando las falencias que tenemos como sociedad. ¿Es momento para los movimientos sociales? Particularmente, considero que sí es el momento, siempre y cuando los jóvenes, realmente, busquen beneficios colectivos duraderos, que sean reales y que no se desvíen solo con el afán de cumplir los deseos individuales, porque se trataría de proyectos que solo buscan un interés personal.
Desde un movimiento social se puede incidir en la vida de los salvadoreños y, para ello, hay que organizarse y buscar la forma de coincidir y de incidir. La unidad es una de las principales claves para lograrlo. Como sabemos, los orígenes de los movimientos sociales se remontan a los sindicatos. Es decir, todos luchamos por un bienestar común. Es hora de que nos dejen de conocer en el entorno mundial por las pandillas que, en gran medida, es producto de esas grandes falencias, de las deudas históricas que el Estado salvadoreño ha tenido con la sociedad.
Se nos debe reconocer por la capacidad de crear consensos, de llegar a acuerdos, de generar espacios de diálogo. Un país que crece, que construye historias positivas y que tiene cosas que exportar, más allá de los migrantes y que importan más que las remesas.
En el cometido de construir un mejor país se debe ir más allá de ideologías políticas, raza, sexo, orientación sexual o religión. En un movimiento social todos aportamos. Es tiempo de que el objetivo de la generación joven sea lograr la conquista de un horizonte común. Eso lleva a que los movimientos sociales sean verdaderos agentes de cambio, para construir las transformaciones que necesita El Salvador del futuro.
¿Cómo visualizamos el país que viene? Los jóvenes tenemos oportunidad de ver en El Salvador la nación que soñamos, que podamos decir que tenemos seguridad; un tejido social fuerte; empleos dignos; educación pensada para responder a las necesidades del mercado; una identidad nacional conectada con el escenario mundial.
El Salvador, y cada uno de los salvadoreños, no pueden ni deben renunciar a soñar. Entonces es cuando se nos plantea un gran reto como sociedad y en el que los movimientos sociales pueden incidir mucho: el optimismo y el valor de dibujar el futuro.
Es decir, todos y particularmente los movimientos de sociedad civil, tenemos que dibujar el escenario perfecto para lograr cumplir nuestras metas; las de nuestros amigos; las del vecino; las de la comunidad; las de los más pobres, las de los más desprotegidos. En el país que viene, es decir, El Salvador del futuro, se volverá indispensable que los ciudadanos se involucren, que cuestionen y que se vuelvan actores de cambio. Los protagonistas del horizonte común somos nosotros, los salvadoreños. Nadie más.