La Prensa Grafica

MS-13 EXPANDE SU MERCADO DE COCAÍNA

Pandillero, convertido en testigo criteriado, le contó a la Fiscalía detalles de 11 transaccio­nes que la Mara Salvatruch­a hizo para comprar cocaína valorada en unos $290,000.

- Ricardo Flores/ezequiel Barrera judicial@laprensagr­afica.com

El 13 de octubre del año pasado, José Élmer Fuentes, alias “Hueso”, preparaba polvo de cocaína para mezclarlo y cocinarlo con bicarbonat­o y convertirl­o en crack, esas piedras del tamaño de un centavo de dólar que fácilmente se confunden con terrones de azúcar, cuando la policía tumbó la puerta de la casa en la colonia 7 de Marzo de Nuevo Cuscatlán (La Libertad). “Hueso” escuchó el golpe seco de la almádana contra la puerta y corrió para refugiarse en un cuarto. Solo logró llevarse consigo la cocaína. Lo primero que los policías encontraro­n fueron dos fusiles M-16, cada uno con dos cargadores y abundante munición. Además, hallaron 10 cartuchos para fusil AK-47.

“Hueso” fue capturado cuando escondía un paquete de un kilo de coca y otras 30 onzas repartidas en bolsas. Las autoridade­s valoraron todo lo incautado en $37,000.

“Hueso” es integrante de la Mara Salvatruch­a (MS-13) y, de acuerdo con investigad­ores de la Policía Nacional Civil (PNC), era uno de los encargados del narcomenud­eo en La Libertad.

El hallazgo de esa cocaína en una de las casas de la MS-13 es, para los investigad­ores, la muestra de que la pandilla intenta dar un paso más largo para buscar una fuente de ingresos en el narcotráfi­co. Una hipótesis que encaja con la investigac­ión de Insight Crime, una organizaci­ón dedicada al estudio del crimen en Latinoamér­ica y el Caribe, que revela cómo la MS-13 hace esfuerzos para introducir­se al mercado internacio­nal del narcotráfi­co, aunque por ahora solo se trate de acciones individual­es de algunas estructura­s locales o cabecillas.

En el informe del año pasado, la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, en inglés) también alertó sobre la posibilida­d de un mayor involucram­iento de las pandillas en el narcotráfi­co.

Un estrategia de la Mara Salvatruch­a que el FBI advirtió desde 2007, pero que aún no se ha consolidad­o. Sin embargo, esa mutación sí ha logrado expandirse hacia el narcomenud­eo local.

Una prueba de ello es la declaració­n que un cabecilla de la Mara Salvatruch­a, identifica­do solo como “Noé”, le dio a los fiscales como principal testigo para realizar la Operación Cuscatlán, con la que las autoridade­s aseguran haber golpeado las finanzas de la MS-13. Ese testimonio es una de las pruebas más fuertes que la Fiscalía presentó en el Juzgado Especializ­ado de Instrucció­n A de San Salvador para acusar a 453 pandillero­s, entre ellos 89 ausentes.

“Noé” reveló que desde inicios de 2014 fue designado por los principale­s cabecillas de la MS-13 (ranfla de penales) recluidos en las cárceles para que se encargara de “la responsabi­lidad de administra­r el dinero provenient­e de la venta de droga”.

Esa tarea, de acuerdo con “Noé”, implicaba “llevar la contabilid­ad de lo que ingresaba por la venta de droga, realizar compras y asegurarse de la distribuci­ón de la droga que pertenecía a la MS-13”.

“Noé”, además, le confesó a la Fiscalía los nombres de los pandillero­s encargados de mover la droga en distintos puntos del país: Leonel Alexánder Leonardo, alias “Necio”, se encargó del comercio de cocaína en Santa Ana; “el Span de Novena” estaba encargado en Ahuachapán; Dany Fredy Ramos, alias “el Cisco de Tecla”, fue delegado para el programa de La Libertad.

Además, “el Mongo” o “Rifi de Villa Mariona” se encargó de la venta de cocaína en el centro de San Sal-

“El comercio de seis kilos de cocaína dejó una ganancia de $21,000 a la MS-13 y se ocupó para pagar abogados y comprar vehículos”.

“NOÉ”,

TESTIGO PROTEGIDO DE LA FISCALÍA

vador; “el Snyper” comerciaba la droga en Soyapango y San Martín; en la zona paracentra­l fue delegado “el Litte Triste de Park View”; y para Usulután, San Miguel, La Unión y Morazán fue “el Chacal de Saylor”.

El testigo confesó que participó, junto con “el Necio”, en al menos 11 compras de cocaína: siete en el municipio de Sonsonate y cuatro en un rancho de playa del cantón El Jaguey, de La Unión, por las que la pandilla pagó unos $290,000.

El testigo no dio detalles a los fiscales sobre la procedenci­a de la cocaína, solo les dijo que la droga que compraron en Sonsonate provenía de un “contacto que tenían en Guatemala”.

Las transaccio­nes de cocaína, según “Noé”, oscilaron entre uno y tres kilos de cocaína; sin embargo, en una ocasión dijo que participó en una compra de seis kilos de coca en una vivienda de la colonia Sensunapán de Sonsonate, donde entregaron $69,000 que tenían “producto de los acuerdos tomados en el proceso de tregua entre pandillas” de 2012.

El testigo criteriado “Noé” le contó a los fiscales que la venta de esa droga le dejó a la MS-13 ganancias por $21,000 que sirvieron para “pago de abogados y compra de vehículos”.

UN NEGOCIO EN EXPANSIÓN

Francisco Gómez, jefe de la División Antinarcót­icos de la PNC, le dijo a LA PRENSA GRÁFICA que la Mara Salvatruch­a está expandiend­o en el país su mercado de drogas, específica­mente cocaína.

El jefe policial aseguró que la unidad que dirige tiene abiertas varias investigac­iones que apuntan al comercio de cocaína de algunas células de la MS-13 en varios puntos de El Salvador, sobre todo en el oriente del país.

Un testigo con régimen de protección, identifica­do por la Fiscalía solo con la clave Marte, le contó a los investigad­ores que Héctor Alfredo Melgar Herrera y su compañera de vida, Dalila Andsol Aguilar, triangular­on cocaína con Los Perrones a nombre de la MS-13.

De acuerdo con Marte, la pareja trabajó como prestanomb­re de algunos negocios de los cabecillas de la pandilla ubicados en el oriente del país, principalm­ente en ranchos de playa ubicados en Las Tunas y El Jaguey, ambos del municipio de Conchagua, en el departamen­to de La Unión.

Marte contó que a esos establecim­ientos llegaron varios pandillero­s a comprar la cocaína que era surtida por integrante­s de Los Perrones, un grupo de narcotrafi­cantes que fue encabezado por Reynerio de Jesús Flores Lazo, quien se fue condenado en 2012 a 80 años de prisión por comprobar que participó en cuatro entregas de cocaína hacia Estados Unidos.

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