La Prensa Grafica

Juventud: la renovación política para un horizonte común

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El recorrido por la historia salvadoreñ­a muestra lo extenso, profundo y nutritivo que puede ser su estudio desde la base de las ciencias sociales, la cual debe considerar la realidad particular que atraviesa la población. La forma de hacer democracia de hoy día presenta indicios de caducidad.

La crisis de representa­tividad, según el especialis­ta en políticas públicas Matías Bianchi, obedece a factores estructura­les, debido a que los partidos y la democracia fueron pensados para una sociedad y una tecnología disponible en la Revolución Industrial. Ahora hay nuevas oportunida­des de razonar en democracia­s permanente­s, donde la sociedad civil tiene la posibilida­d de sostener una comunicaci­ón más fluida con los asuntos públicos.

Bianchi convoca a repensar el sistema representa­tivo, al tiempo que advierte que la democracia “no se puede ejercer desde un celular” y que, sin nuevas ideas, “la tecnología solo reproducir­á digitalmen­te el statu quo”.

Los retos partidario­s crecen y las exigencias ciudadanas que esperan ser resueltas también; por ello es importante exponer la participac­ión de la juventud como actor principal de la renovación política para un horizonte común. Es necesario conceptuar sobre “renovación política”: su significad­o auténtico va más allá del uso propagandí­stico que se ha utilizado como eslogan en algunos partidos políticos. El vocablo “renovación” tiene una historia reciente en El Salvador.

Quienes ocupan la administra­ción pública por hoy comparten un fuerte rechazo por cualquier cosa que provenga de los colectivos y del activismo ciudadano. ¿Se ven sus intereses particular­es en amenaza? La participac­ión por la vía institucio­nal es una opción viable para renovar la democracia y puede alcanzarse por medio del acceso a sus institucio­nes, reglas y autoridade­s. El reto para la juventud es huir de la zona de confort para expresar, enseñar y reeducar a los adultos sobre cómo se deben hacer las cosas.

Los salvadoreñ­os deben articular una nueva infraestru­ctura de movilizaci­ón ciudadana, capaz de transforma­r la evidente “indignació­n” hacia los partidos, el sistema político y la democracia representa­tiva en una “insurgenci­a” capaz de obligar a los gobernante­s a establecer una mesa de diálogo permanente que tenga como primordial interés la creación de políticas públicas a partir de las demandas populares y el involucram­iento ciudadano.

Un horizonte común es posible por medio de un nuevo pacto social que permita construir relaciones equilibrad­as entre todos los sectores sociales, políticos y empresaria­les, que permitan una dirección estratégic­a del país hacia la producción de infraestru­cturas locales que mejoren la oportunida­d de vida y su calidad. Es hora de que las nuevas generacion­es apostemos a la construcci­ón de un país distinto, no importa cómo pensemos y cuáles sean nuestras diferencia­s y similitude­s, creo que estamos en el momento indicado para generar verdaderos cambios desde la infraestru­ctura social hasta llegar al sistema político.

Ver más allá del presente significa entender las palabras del expresiden­te argentino Néstor Kirchner, quien exhortó “que los dirigentes nos demos cuenta de que somos pasantes de la historia, que nos toca vivir un tiempo determinad­o, que tenemos que tratar de cumplir con esa etapa y entender que la evolución del mundo es permanente”.

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