La Prensa Grafica

¿Me quedo o me voy?

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Nos ha llovido sobre mojado pero nunca nos hemos ahogado, la tierra ha temblado pero nuestro espíritu jamás, hemos tenido apagones pero ha sido cuando más ha brillado en nosotros la esperanza. El Salvador no se habrá lamentado tanto de los crímenes de los perversos como del estremeced­or silencio del cual se vuelve protagonis­ta cuando deja el camino libre para que se haga lo que venga en gana.

¿Por qué renunciar a ser útiles? ¿Por qué ceder el paso a los indignos? No podemos guiarnos por la ideología ni obsesionar­nos con el pasado; nuestra obsesión debe ser volvernos más competitiv­os, hacer crecer la economía, reducir la pobreza, elevar el nivel de educación y de vida de El Salvador. Nuestro mayor sueño debe ser hacer la mejor versión de nuestro país.

¡Se nos está yendo nuestra gente! Pero ¿por qué se va? Este fenómeno complejo de la migración obedece a diversas causas, y las más comunes son el desempleo, la violencia e insegurida­d. Niños y jóvenes viviendo en zonas que los cobijan con el manto de la amenazador­a oferta de ingresar a una pandilla o de no hacerlo, esperar lo peor para ellos y su familia. Los datos poblaciona­les más recientes estiman que los salvadoreñ­os residentes en Estados Unidos, tanto inmigrante­s como nacidos ahí, ascienden a 1,975,000, levemente debajo de los 1,986,000 cubanos.

Según los datos del Pew, en la última década la población salvadoreñ­a dentro de territorio norteameri­cano ha crecido en más de un 300 %, pasando de 563,000 a los casi 2,000,000 en la actualidad. Una encuesta del Banco Central de Reserva (BCR) encontró que cuatro de cada 10 salvadoreñ­os que migraron eran profesiona­les que cumplían la cualificac­ión académica exigida por la mayoría de empresas en el país pero no encontraro­n empleo. Ahora sostienen la economía desde el extranjero.

La concepción del “sueño americano” vende una falsa idea de dinero fácil. El costo de la migración es incalculab­le en los ámbitos social, económico y político.

¿Me quedo o me voy? Nervioso, mi respuesta fue ¡me quedo! Y es que por El Salvador lo doy todo. Las cosas que uno más extraña estando afuera son las que más tenemos. Son más grandes los sueños, las ilusiones, los corazones de la gente y sus sonrisas: ¡despierta! No te limites con un pensamient­o de escasez.

¿Quieres una carrera con éxito o una estrecha relación con tu familia? ¡Las dos cosas! ¿Quieres centrarte en los negocios o pasarla bien y jugar? ¡Las dos cosas! ¿Quieres ganar mucho dinero o hacer el trabajo que te encanta? ¡Las dos cosas! La gente con un pensamient­o de escasez elige siempre una de las dos opciones, mientras que la gente con un pensamient­o próspero elige las dos.

El país que viene es el que nosotros creamos día a día, y si hay un sueño, que sea el sueño salvadoreñ­o. ¡No tengas miedo de emprender! Y si no te sale a la primera, sigue intentando, las personas que no cometen errores o fracasan nunca intentarán algo nuevo. Lo fundamenta­l es levantarte y hacer algo. Muchas personas tienen ideas pero solo algunas deciden hacer algo hoy, no mañana, no la siguiente semana, sino hoy. Actúa en vez de soñar.

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