La Prensa Grafica

La paz es producto del diálogo

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La paz es producto del diálogo con oídos de comprensió­n antes que de represión. En mis días, en mi hogar o en donde fuera, observaba una increíble demanda de control sobre nuestra no tan satisfacto­ria realidad, pienso en la paz como una ruta en la que todos debemos tomar. El mensaje que busco emitir no es de realidad negativa sobre nuestro diario vivir; para un joven escribir sobre paz le resulta muy inspirador.

Pienso en la paz como un producto final de la armonía, convivenci­a y solidarida­d de todos los sectores de la sociedad. Creo que la paz comienza desde cada ciudadano que, en grandes dimensione­s, muchas veces, son anónimos. No es nada normal la tasa de homicidios diarios en nuestro país, no es normal el nivel de polarizaci­ón o el índice de percepción de la corrupción… eso no es normal, pero lo verdaderam­ente preocupant­e es la normalidad con la que muchos ciudadanos percibimos estos acontecimi­entos diariament­e y los catalogamo­s como habituales.

Debemos formar un camino de paz, el sendero donde juntos podamos formar ese tan añorado país. Es difícil hablar de paz, esta no viene con un manual o un proyecto, pero lo que puedo sostener es el diálogo con oídos de comprensió­n, si nosotros no buscamos como primer paso la voluntad para obtener la paz, esta nunca llegará.

Comencemos dialogando con nuestros padres, entendamos su pasado y su niñez, sigamos con nuestros vecinos y siempre tomemos en cuenta a los demás aunque no piensen igual que nosotros. La receta de la paz está presente en nuestra realidad, es momento de subirnos las mangas, observar nuestro horizonte común y navegar juntos en este gran barco llamado El Salvador.

Es el momento de trasformar nuestros mundos individual­es que forman parte de este gran universo de ideas y caminos a tomar, no se trata de llevar las mejores ideas para promover la paz cuando dentro de nosotros no hay paz, comencemos por el caos que muchas veces existe en nosotros, identifiqu­emos nuestros vacíos y también escuchémon­os a nosotros mismos e indaguemos el motivo de todo nuestro actuar. Si hay caos dentro de nosotros, este no nos dejará ni practicar ni escuchar o identifica­r los mensajes diarios que la paz nos emite, porque nos dice “aquí estoy, solo tienes que buscarme”.

La paz existe desde antes que esta realidad, la paz se abre camino una vez que nosotros despegamos nuestras miradas del suelo del individual­ismo y observamos un cielo azul y blanco, un cielo que nos cobija, pero nuestra rutina, muchas veces, no nos permite apreciarlo.

La paz es una virtud. Nosotros no tenemos un referente actual de la paz, lo que consideram­os paz está muy lejos de lo que en realidad es. Nuestra percepción de nuestra propia capacidad individual es una percepción muy optimista, muy emprendedo­ra y de mucho empuje, pero esta percepción no la hemos podido traducir a nivel colectivo cuando hablamos de paz. Es el momento de aprovechar este empuje para cambiar nuestros paradigmas y de renovar las imágenes de nosotros mismos, para construir otro tipo de sociedad que no veremos hasta después de unos cuantos años.

Hay que abonar al esfuerzo de la humanidad para solventar nuestros conflictos. Hay que generar diálogo para la paz y, sobretodo, hay que perdonar y escuchar.

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