El celular que delató a la MS-13 “
barrio general no permitiremos que ningún homeboy se salga de la línea que llevamos, el que lo haga será sancionado severamente sin excepción. Cada ranfla será compuesta por 15 homeboy del barrio de las cuatro zonas del país y son las 15 letras de la palabra MARA SALVATRUCHA. En una ranfla no puede existir envidia, avaricia, hipocresía ni ambición al dinero. El homeboy que se elija como tesorero y pierda dinero, armas, transporte, negocios y todo lo del barrio sin una explicación lógica será ajusticiado”.
La Policía encontró esas advertencias el 17 de junio de 2015 en una fotografía de una hoja de cuaderno en el celular del pandillero Byron Esaú Pérez Arévalo, alias “Gasparín”. Los investigadores pensaron que ese día solo habían logrado desarticular una estructura de tráfico de armas afincada en el centro de San Salvador con las 18 capturas, entre ellas la de “Gasparín”.
Sin embargo, al indagar en el teléfono del pandillero encontraron algo que insisten en llamar “El testamento de la MS-13”. Se trata de un listado de 15 órdenes con las que la pandilla intentaba mantener a raya a sus miembros distribuidos en 249 células (clicas) de 48 programas (conjunto de clicas asentadas territorialmente).
Pero el celular de “Gasparín”, uno de los jefes de esos programas, no solo les proporcionó la normativa a los investigadores, sino que también les acercó, por primera vez, a indagar la forma en que opera la MS-13.
Tres meses después de la incautación del teléfono, el Juzgado Sexto de Instrucción de San Salvador autorizó intervenir las comunicaciones de seis celulares de cabecillas de las MS-13, cuyos números figuraban como contactos de “Gasparín”.
Esa intervención se extendió, entre octubre de 2015 a julio de 2016, a un total de 115 teléfonos. Lo que los investigadores escucharon en ese año de conversaciones entre jefes de la Mara Salvatrucha los llevó a concluir que se trata de “un verdadero aparato para cometer delitos como homicidio, extorsión, tráfico de armas y drogas, privaciones de libertad, violaciones y lavado de dinero”.
La frase anterior es de uno de los investigadores que vio por primera vez el listado de prohibiciones en el celular de “Gasparín”. La dijo ayer frente al juez especializado que tiene a cargo el juicio contra 87 acusados de formar una red de testaferros para lavar el dinero producto de la extorsión y venta de droga de la MS-13. Entre los imputados figuran los cabecillas históricos de la MS-13, recluidos en los centros penales, colaboradores y prestanombres que decidieron ceder sus negocios para que la pandilla invierta el dinero y “hacerlo crecer”.
El investigador policial, que fue el primero de los testigos que desfiló en el estrado, dijo que en el periodo de la intervención telefónica escuchó que los cabecillas de la Mara Salvatrucha planearon unos 200 homicidios, pero las autoridades solo pudieron encontrar las escenas de 40 casos.
Sentado frente a los acusados que lo observaban, unos desde la sala de audiencia y la mayoría por medio de pantallas plasmas desde cuatro centros penales, el testigo narró cómo la MS-13 se organizó para intentar tener el control de sus miembros. Dijo que formaron cinco líneas de trabajo con tareas específicas.
La línea principal estaba formada por los jefes históricos de la MS-13 y se encargaba de autorizar homicidios y otros delitos graves, así como de resolver problemas internos de la pandilla. La línea de reportes se encargaba de emitir informes sobre lo más importante que ocurría en el país. La línea territorial estaba encargada de verificar la división del territorio donde opera cada clica y a quién le tocaba el cobro de la extorsión de un sector determinado. La línea de investigación interna de los miembros para mantener la disciplina y la línea legal que tenía como encargo dar soporte jurídico a los miembros capturados por diferentes delitos.
Esa coordinación, según el testigo, la hizo la MS-13 por medio de conferencias telefónicas que fueron grabadas por los investigadores. Agregó que por ese medio también planeó atentar contra policías, fiscales, militares y jueces; para lo que ordenaron a todas las clicas reunir un aproximado de medio millón de dólares para armar un ejército de pandilleros.
El juicio del caso, denominado por las autoridades como Operación Jaque, continuará el lunes y está programado que termine el 4 de mayo.
“Detectamos que la MS-13 era un verdadero aparato para cometer homicidios, extorsión, tráfico de armas y drogas, privaciones de libertad, violaciones y lavado de dinero”. INVESTIGADOR POLICIAL