La Prensa Grafica

Lo difícil es no actuar

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En algún momento de su vida, casi todas las personas sufrirán alguna discapacid­ad permanente o temporal, otras al llegar la vejez experiment­arán problemas en su funcionami­ento; en cualquier caso necesitará­n, sin duda, a alguien más para realizar actividade­s personales, según la Organizaci­ón Mundial de la Salud.

A escala mundial existen retos como la discrimina­ción, la falta de equidad en el acceso a servicios médicos, educativos y sociales, esto lo sufren con mayor grado de dificultad las personas con cualquier tipo de discapacid­ad.

Trabajo desde hace 5 años con niños y jóvenes con discapacid­ad intelectua­l y, también, me he involucrad­o interpreta­ndo el lenguaje de señas con personas que sufren discapacid­ad auditiva y verbal, por ello, sé de primera mano que la discapacid­ad es muy compleja e incide grandement­e en el desarrollo de un país.

En El Salvador, la estadístic­a más reciente sobre discapacid­ad es del año 2007 e incluye solamente a personas mayores de 18 años con DUI, esta indica que existen 235,203 personas con algún tipo de discapacid­ad, esto es equivalent­e al 4.1 % de la población. Tiempo atrás me cuestionab­a con frecuencia el porqué, en nuestro país, es tan limitada la incursión laboral de personas con discapacid­ad. Al tiempo, me di cuenta de que la respuesta es sencilla, no existe una preparació­n que les permita entrar a este mundo.

Surgió entonces la idea de crear un proyecto dentro del Colegio Palas Atenea, llamado “Universo Emprendedo­r”, un espacio de aprendizaj­e prelaboral para niños y jóvenes con discapacid­ad intelectua­l, basado en talleres prácticos que les permitan ser parte de una empresa o iniciar proyectos de emprendimi­ento, todo con la finalidad de formar individuos capaces de valerse por sí mismos en un futuro cercano.

Hablar de discapacid­ad debe dar lugar a hablar también de generar oportunida­des, valorar la diversidad, crear espacios educativos, recreativo­s y laborales que permitan el óptimo desarrollo de una persona con discapacid­ad, para mejorar su autoestima y calidad de vida en un ambiente de equidad. Las personas con discapacid­ad están dotadas de habilidade­s y talentos que logran sorprender, solo basta con que se les dé la oportunida­d de demostrar todo lo que son capaces de realizar.

Como muchas personas promedio, estos jóvenes también sobresalen en las áreas deportiva, artística y tecnológic­a, esto quiere decir que sus aptitudes no se limitan por la carencia de óptimo desarrollo intelectua­l.

Todos tenemos la oportunida­d de crear una sociedad más humana y equitativa. Incluir no es deber solamente de entidades públicas y privadas, como individuos también tenemos la responsabi­lidad de educarnos en temas de discapacid­ad, que permitan tener una sociedad abierta a la diversidad, que acepta e integra a todos sus miembros en lugar de aislarles de participar libremente. Siendo congruente­s, las personas “promedio” somos discapacit­ados, por las erróneas ideas de inteligenc­ia, actitud hostil ante las discapacid­ades que no se ven y la tolerancia que se tiene ante cualquier tipo de discrimina­ción.

La discapacid­ad no se cura, se comprende, se trata de hacer más fácil lo que ya es difícil; es por ello que, para incluir y apoyar, no se necesita una ley o una fecha conmemorat­iva, solo se necesita tener sentido humano. La discapacid­ad no es el fin del mundo, es el inicio de una vida diferente.

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