La música como instrumento para alejarse de la violencia
Desde hace cuatro años, una joven estudiante del Colegio Cristiano Salvadoreño En-hacore toca el fagot, instrumento de viento madera, que ha servido como refugio para salir adelante y alejarse de situaciones violentas.
Los días comienzan a las 6 de la mañana cuando se pone su uniforme, prepara sus útiles y sale de su casa en una populosa colonia de Soyapango para asistir al colegio. Lleva un bolsón lleno de cuadernos y libros, pero sobre todo lleno de muchas esperanzas. También lleva anotaciones y partituras de melodías que van colocadas en orden en un fólder, donde guarda todo lo relacionado con la música. Se trata de Fátima Gabriela Torres Castro, alumna de segundo año de bachillerato del Colegio Cristiano Salvadoreño En-hacore.
Su historia empieza desde 2013, cuando entró a la Orquesta Fundación Azteca como parte del coro. Luego al siguiente año, le dieron la oportunidad de tocar un instrumento y formar parte de la Orquesta Sinfónica de El Salvador. Vio por primera vez instrumentos como el chelo, viola, contrabajo; pero uno en especial le llamó la atención: el fagot. “De todos los instrumentos que vi, me llamó más la atención el fagot, por ser un instrumento no muy común y me pareció todo un reto aprenderlo”, mencionó.
Este es un instrumento de viento madera, formado por un tubo de madera que posee una longitud de casi 155 centímetros y una boquilla en la parte de arriba, por donde se sopla para que el sonido fluya y se convierta en una melodía. Según nos comentó Fátima, al principio fue un poco difícil, pero siempre contó con la ayuda de sus papás, pues ellos la han motivado a seguir adelante y lograr sus sueños.
Su rutina es un poco complicada, ya que ensaya la mayor parte del tiempo y tiene que compaginar con el tiempo para hacer las tareas académicas. “Ensayo todos los días por las tardes, luego hago las tareas. Mis papás me han ayudado mucho, pues en casa no puedo salir por la misma situación de violencia, entonces la música se ha vuelto mi refugio, mi desahogo”, enfatizó.
Su esfuerzo es también valorado por sus docentes. Para María Esther Orellana, directora del colegio, es un ejemplo de alumna integral y de la dedicación. “Es una joven muy servicial, es responsable con la educación y, aunque realice tantas actividades, siempre cumple con sus estudios y sobresale en todo”, subrayó.
El sueño máximo de esta joven es culminar sus estudios y comenzar en la universidad en alguna carrera en el ámbito de la arquitectura o ingeniería civil. Y también seguir dedicando su tiempo y talento a la música, pues también toca otro instrumento: el contrabajo.
La música la ha llevado a conocer a otros jóvenes y niños que también comparten su talento por algún instrumento musical. Ha viajado por diferentes departamentos del país, ya que actualmente pertenece a la Orquesta Sinfónica Juvenil de El Salvador y a la Orquesta Sinfónica Cristiana.
“Les digo a otros jóvenes que busquen qué es lo que les apasiona en la vida y que se propongan metas. Todo se puede lograr con tenacidad y esfuerzo”. FÁTIMA GABRIELA TORRES,