ONU critica las condiciones en sistema carcelario
Más del 70 % de los casos de tortura y maltrato fue registrado por las víctimas.
Calabozos infestados de insectos y roedores, algunos de ellos sin ventilación, luz natural o artificial, agua ni baños. Allí, los detenidos orinan y defecan en recipientes plásticos dentro de sus celdas. Este panorama, que es cotidiano, pudo observar el relator especial de Naciones Unidas para la Tortura, Nils Melzer, en diferentes cárceles y comisarías de la capital y tres provincias argentinas que visitó en los últimos 10 días en el país.
Melzer destacó que en otros lugares de prisión donde los grifos no funcionan, los detenidos están obligados “a tomar el agua de los inodoros que utilizan para orinar y defecar”.
Algunos de los prisioneros dijeron “haber sido detenidos por la policía durante períodos prolongados de varias semanas y hasta más de seis meses, muchas veces sin haber visto a un juez o a un defensor público y sin acceso al aire fresco ni a la luz solar”.
En el Establecimiento Penitenciario número 9 de la provincia de Córdoba, en el centro del país, diez detenidos conviven durante 16 horas en una celda de 3 metros por 4 de dimensión. Lo hacen, la mayoría del tiempo, acostados o sentados.
No tienen instalaciones sanitarias, tampoco luz artificial y mucho menos realizan actividad de ningún tipo por falta de espacio.
“Los internos permanecen en estas condiciones sin ningún acceso ni a la luz del sol ni a espacios abiertos durante semanas o meses”, explicó ayer Melzer en una conferencia de prensa en Buenos Aires.
En la unidad penitenciaria de Cruz del Eje, en Córdoba, los detenidos dijeron haber sido “golpeados duramente” mientras estaban encadenados a las camas de metal durante varios días.
En el penal de Bower, situado en las afueras de la capital cordobesa, los reclusos dijeron haber sido encadenados o esposados por períodos de hasta tres días.
Melzer comprobó que “no existen programas especiales para los detenidos que sufren enfermedades de larga duración, incluidos el cáncer y VIH” en casi todas las prisiones visitadas.
“Recibí varias denuncias sobre el uso de técnicas de asfixia”, detalló Melzer entre otros maltratos.
En ese contexto, la violencia institucional por parte de las fuerzas de seguridad y carcelarias “parece ser generalizada”, agregó.