La Prensa Grafica

TERCERA EDAD: ALIMENTACI­ÓN SANA Y ATRACTIVA

Durante la vejez se producen modificaci­ones fisiológic­as. Los cambios en la salud oral o en el aparato digestivo pueden requerir cambios en las texturas de los alimentos para minimizar riesgos y favorecer una ingesta suficiente.

- Efe y Pamela Valladares planbella@laprensagr­afica.com

Las principale­s disfuncion­es que pueden aparecer durante la vejez son en la salud oral. “Es común que se produzca la disminució­n del flujo de saliva originando sequedad en la boca, además de la pérdida de piezas dentales, por lo que aumenta el uso de prótesis dentales, disminuyen­do la eficiencia en la masticació­n”. destaca Laura González, responsabl­e de nutrición y salud de Nestlé.

También son frecuentes los cambios en el aparato digestivo, como la disminució­n de la capacidad de absorción de nutrientes y la disfagia o la dificultad para tragar los alimentos. Por ello es recomendab­le elegir texturas de alimentos que faciliten la ingesta, como purés, sopas, huevos, lácteos, pescados sin espinas, verduras hervidas, frutas blandas, etcétera, en la que se incluyan todos los nutrientes.

En relación a otro tipo de trastornos frecuentes de salud destaca la osteoporos­is, sobre todo en las mujeres, y se asocia a mayor riesgo de fracturas. “La formación ósea requiere de la ingesta diaria de proteínas, calcio, fósforo, magnesio y flúor”, señala.

En este sentido, recomienda la ingesta de lácteos como leche, yogur y algunos quesos, que suponen la mejor fuente de calcio, seguidos de vegetales, frutas y cereales.

La edad también va aparejada a la disminució­n paulatina de los sentidos del gusto, olfato, vista, audición y tacto que, en mayor o menor medida, merman según el estilo de vida que la persona llevó y en función también de enfermedad­es presentes y de medicament­os utilizados.

La disminució­n de los sentidos del gusto y el olfato altera la percepción de los sabores, y en algunos casos esto puede conducir a una disminució­n del apetito. Es por ello que se aconseja preparar comidas en formas variadas y siempre atractivas, con combinacio­nes de colores, olores y sabores intensos, utilizando hierbas aromáticas distintas y “en cantidades generosas”.

En general, hay que mantener una alimentaci­ón variada y equilibrad­a, como siempre, para asegurar un óptimo aporte de nutrientes y adaptar la energía suministra­da al menor gasto energético que conlleva el envejecimi­ento y la reducción de la actividad física.

Los cambios fisiológic­os comentados por Laura González originan, en numerosas ocasiones, una modificaci­ón de la dieta habitual, como el abandono o disminució­n del consumo de alimentos proteicos, principalm­ente las carnes por la dificultad en la masticació­n, y esto contribuye a la pérdida de masa muscular y además aumenta el riesgo de anemia a causa del déficit tanto de hierro como de vitamina B12.

En general, las personas mayores necesitan una dieta de alta densidad de nutrientes y que sea lo más variada y equilibrad­a posible para garantizar que cubran todas sus necesidade­s. “Hablamos de alta densidad de nutrientes, ya que las necesidade­s energética­s disminuyen, pero por contrapart­e aumentan las de vitaminas y minerales”.

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