La Prensa Grafica

La ciudad del mañana

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Como adolescent­e quería encontrarm­e, conocer mis raíces y tener una identidad. Identidad que iba a definir quién iba a ser para el resto de mi vida. Nací y había ya vivido por muchos años en Montreal, Canadá, pero por alguna razón había algo en mí que siempre me llamaba tanto de El Salvador. Por cosas de Dios, tomé la decisión de irme a vivir a El Salvador. A enfrentarm­e a otra cultura que desconocía porque ni el español podía hablar bien.

Así empezó mi peregrinaj­e en esta hermosa tierra salvadoreñ­a. Al pasar los meses, rápidament­e me di cuenta de la dura realidad que enfrenta mucha juventud. La búsqueda de oportunida­des, empleo, financiami­ento de estudios; pero sobre todo, la búsqueda de identidad, en otras palabras, de sentirse “parte de…”.

En mi experienci­a hubo dos factores que realmente fueron mis motores para alcanzar el éxito. Primero fue la fe; en mi caso, la fe en Dios, y luego en los seres queridos, la familia. Estos dos últimos puedo decir con certeza que fueron mi aliento y mano de cada día. Fueron los que me llevaron a descubrir la pasión de mi vida: la arquitectu­ra. Ahí pude encontrarm­e y expresar todos mis talentos y luego desarrolla­rlos.

En mis estudios pude darme cuenta de realidad que vive el centro de San Salvador no es única, pues también otros países han tenido que enfrentar esta situación social. Países donde la juventud y la sociedad civil se unen y toman un rol importante para buscar una solución que no va a excluir de la ciudad a estas personas, sino más bien incluirlas. Es cierto que cada país tiene su propio contexto, pero creo que es bueno, también, ver qué es lo que otros países han hecho con el mercado informal y los beneficios a largo plazo para las futuras generacion­es.

Como jóvenes salvadoreñ­os podemos debatir y cuestionar si en nuestro país se ha definido correctame­nte “la ciudad”, si es realmente inclusiva y abraza nuestro costumbris­mo. Al fin y al cabo somos nosotros los jóvenes el presente y futuro del país y nos compete plantear su rumbo.

¿Cuál es la ciudad que queremos para nosotros, para nuestros hijos?, ¿cuál es la ciudad del mañana? La respuesta a esta pregunta está en cada quien y esa misma respuesta es la que nos llevará a crear regulacion­es que darán forma a nuestra querida ciudad.

De aquí a 20 años, por ejemplo, ¿será que tendremos aún estos desafíos sociales por resolver como el mercado informal y el ordenamien­to urbano? Posiblemen­te habrá más mercado informal y más tráfico o posiblemen­te no. Todo depende de nosotros y todo se puede con fe y esfuerzo. Yo veo una generación de jóvenes comprometi­dos en la que podamos redefinir nuestra ciudad, que sea más inclusiva y sea más sostenible.

Juntos podemos construir nuestro futuro y la ciudad en que vivimos, la ciudad que amamos tanto. Es importante tomar conciencia de que tenemos la oportunida­d de redefinir nuestra ciudad y evaluar si va por buena trayectori­a a largo plazo. Yo veo una ciudad que vaya más allá del asfalto, más allá de las autopistas. Veo una ciudad que nos acepte, sin prejuicios, una ciudad con horizonte común. Esa es la ciudad del mañana. que la

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