La Prensa Grafica

Madres de “soñadores” no se rinden en la lucha por sus hijos

Estas madres que emigraron a Estados Unidos y llevaron a sus hijos para darles una mejor vida también han padecido el dolor de verlos encarcelad­os, cuando son detenidos en las protestas y actos en favor de los derechos de los inmigrante­s.

- Efe departamen­to15@laprensagr­afica.com

“Ver cómo oprimen a nuestros hijos en los estudios, es difícil entender que no los dejen realizarse, como madres no entendemos por qué no pueden tener una oportunida­d en este país”. MARÍA CRUZ RAMÍREZ, MADRE INDOCUMENT­ADA Y ACTIVISTA

“Fue horrible ver a mi hija en la cárcel con el uniforme de presidiari­a y encadenada, no podía procesar esa imagen, le decía con la cabeza que desistiera, pero siguió firme”. LUPITA ARREOLA, MADRE DE ACTIVISTA

Las madres de los jóvenes indocument­ados que llegaron a Estados Unidos de niños, conocidos como “soñadores”, libran una silenciosa lucha para que sus hijos puedan abrirse camino en un país donde las políticas antinmigra­ntes han frenado sus futuros profesiona­les. Pese a vivir con el miedo de la separación de sus familias por las deportacio­nes que lleva a cabo la administra­ción de Donald Trump, aseguran que están dispuestas al “sacrificio” con tal de ver a sus hijos triunfar en sus estudios y crecer en sus trabajos.

Ese miedo no les ha impedido salir a las calles a protestar por los derechos de los “soñadores”, como es el caso de la mexicana Lupita Arreola, madre de la activista Érika Andiola. Lupita, que podrá celebrar con los suyos este domingo el Día de la Madre en Estados Unidos, dice que tuvo que vencer su temor de ser “invisible” para unirse a las manifestac­iones de apoyo a los miles de jóvenes que siguen peleando por el Programa de Acción Diferida (DACA).

“Yo soy una madre que está en proceso de deportació­n y ando gritando en las calles para que los soñadores sean escuchados. Decidí salir de las sombras por mis hijos”, dijo a Efe Arreola, quien el 22 de mayo tiene cita con el Servicio de Inmigració­n y Control de Aduana (ICE), ya que pidió asilo por la violencia doméstica que vivió en su país.

La hija de Arreola fue una de los siete “soñadores” que arrestaron en diciembre pasado en Washington, cuando confrontar­on al demócrata Chuck Schumer para que presionara en el Congreso por la inclusión de una medida de protección para los jóvenes indocument­ados.

“Fue horrible ver a mi hija en la cárcel con el uniforme de presidiari­a y encadenada, no podía procesar esa imagen, le decía con la cabeza que desistiera, pero siguió firme en su lucha. Nosotras, las madres, esperamos bajo la nieve y el frío durante seis días a que liberaran a nuestros hijos”, recordó Arreola.

Oriunda de Durango (México), Arreola tiene cinco hijos a los que crió sola cuando emigró a Arizona en 1998.

La activista y soñadora Belén Sisa fue otra de las arrestadas aquel día.

Su madre, Isabel, quien emigró de Argentina cuando Belén tenía seis años, resalta lo orgullosa que se siente de su hija y de su “valentía”.

Aparte de vivir todas estas experienci­as, reconocen la “frustració­n” que sienten como madres al ver cómo sus hijos se quieren superar como profesiona­les y el sistema no se los permite.

Cerca de 8,000 “soñadores” se encuentran en el limbo.

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En contra. La Corte Suprema de Arizona falló para que las universida­des no puedan otorgar matrículas estatales a los “soñadores”.
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Sin futuro. Un juez federal ordenó que se reactive el programa para jóvenes indocument­ados.

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