Desafíos del nuevo presidente de la Asamblea Legislativa. ¡Atrévase, Dr. Quijano!
Política y comunicacionalmente hablando, Norman Quijano, el nuevo presidente de la Asamblea Legislativa, dio un “faux pas” –paso en falso– cuando se refirió a la construcción del nuevo edificio de la Asamblea, empañando brevemente la imagen de sus primeros pasos en la dirección correcta: investigar cientos de contrataciones de nuevo personal del último año, incluyendo las plazas llamadas “fantasmas”, desistir del uso de camionetas de lujo de los miembros de la junta directiva, y de tanto viaje de los diputados al exterior, analizando la viabilidad legal de dejar sin efecto dichas contrataciones, así como la venta de dichos vehículos, y otras medidas de austeridad tomadas ayer por la junta directiva que reconocemos y aplaudimos. Estas y otras medidas de probidad, transparencia y lucha contra la corrupción son también de contención y reducción del gasto para afrontar un déficit presupuestal creciente del primer Órgano del Estado. Pero también de credibilidad frente a la ciudadanía y los otros poderes, debiendo ir a su encuentro para reducir el gasto público innecesario y superfluo. Con apenas un año y medio de gestión que coincide 10 meses con las próximas elecciones presidenciales en que el hartazgo de los partidos políticos y de la Asamblea Legislativa llegó para profundizarse, los desafíos del nuevo presidente son enormes.
Ante la pregunta inesperada de un periodista, el nuevo presidente respondió que iban a construir el nuevo edificio de la Asamblea Legislativa, sin dar mucha información más. Le cayó de inmediato un diluvio de críticas en la opinión pública y privada de diversos colores y sabores. Una estrategia político-comunicacional correcta hubiera recomendado no hablar del tema sino en un evento especial con una presentación técnica sólida que demostrara el riesgo de muerte para las 1,200 personas que allí trabajan ante un terremoto, los costos astronómicos de reparar un edificio severamente averiado, además de que el crédito fue aprobado hace más de un año de manera unánime por todos los diputados, pagándose ya capital e intereses. Y debería de haber comenzado anunciando su intención que se aprobara el préstamo para la construcción del nuevo Hospital Rosales.
Quijano pareciera ser el primer presidente de los últimos 15 años que se atreve a comenzar a hablar y ojalá a enfrentar estos pecados múltiples que tanto han contribuido al hartazgo de la ciudadanía. Ojalá que tenga el apoyo de su partido y el de los partidos aliados, así como del resto pues recibirá presiones de adentro y de afuera para que pare y no afecte los intereses de sus colegas. El apoyo del candidato presidencial de su partido será clave, y ojalá de los otros candidatos que respalden a la nueva junta directiva de la Asamblea en este cambio de comportamiento respecto a los bienes y recursos del Estado.
Pero el impulso al cambio y el liderazgo del nuevo presidente debe ir mucho, mucho más allá. Al presidir la Asamblea, la junta directiva y la Comisión Política y tener la obligación de cumplir y hacer cumplir la Constitución, debe velar por fortalecer y revitalizar el sistema democrático-institucional que los mismos partidos políticos y la misma Asamblea Legislativa han llevado a su mayor deterioro y percepción más baja desde los Acuerdos de Paz.
Y esto implica definir y priorizar agenda, estrategia política, legislación, comunicaciones y presupuesto para incidir en la modernización y transformación tanto del sistema de partidos políticos como de la Asamblea Legislativa. Nada más importante y prioritario que semejante desafío, el mejor antídoto para enfrentar el hartazgo ciudadano con la política, contra el populismo y la politiquería para los cuales, sin quererlo o sin saberlo, han estado trabajando consistentemente todos los partidos políticos que integran la nueva junta directiva de la Asamblea Legislativa. ¡Atrévase, Dr. Quijano!