Ser salvadoreño es sinónimo de ser luchador
La vida me ha enseñado a ser crítico con la realidad, pero también a ser agradecido con esta por toda la experiencia que me ha dado y por todas las personas que he conocido.
Los jóvenes tienen que aprender a luchar y los adultos debemos creer en los jóvenes y apoyarlos. En este momento, esa clase la conforman los políticos, quienes por su mal trabajo han ganado mala reputación, pero no solo ganado, sino que la siguen aumentando y generando desconfianza en los jóvenes, pero es por esa razón que los jóvenes deben pasar a ser parte del panorama político.
Es momento de que los jóvenes se involucren, me da igual el partido en el que quieran entrar, me da igual su ideología, lo importante es tener la misma visión: creer en El Salvador como nuestro hogar. Ya está gastado el discurso de los que dicen que se van hacia Estados Unidos buscando el sueño americano.
Oiga, América es desde Groenlandia hasta la Patagonia. Nosotros estamos en América, es hora de que los jóvenes crean en el sueño salvadoreño, donde se proteja el medio ambiente, donde les indigne ver a alguien tirar la basura en la calle, donde les duela ver cómo se talan árboles para construir urbanizaciones. Es el momento de que los jóvenes salgan de su zona de confort y pasen a la acción.
El Salvador va avanzando en tolerancia y la juventud, es un factor importante con su regeneración de ideas, que nos llevarán a evolucionar si son tomadas en cuenta. Sé que en el presente eso sigue siendo un poco utópico, pero, oiga, yo vengo de ser joven; de hecho, soy un adulto joven, solo tengo 30 años, y eso me ha servido para experimentar y aprender, pero sobre todo para contar mis experiencias y para no repetir errores que otros cometieron y, también, para evitar que los jóvenes que vienen detrás de mí los sigan cometiendo.
La tarea es difícil, pero ustedes saben que nadie nos dijo que la vida sería fácil, lo único fácil es aquello que dura poco. Decir “yo creo en El Salvador” parece un cliché o un eslogan mal usado por políticos que lo menos que han hecho es creer en El Salvador como país.
Si queremos mejorar como país, debemos apostarle a la niñez y a la juventud, porque al final serán ellos quienes hereden un mejor país o uno peor. Pero ¿cómo dejamos un mejor país? ¿Qué tal si le apostamos a la educación? Hablo de una educación de calidad, una educación que se apegue bastante a lo que el método Montessori nos ha enseñado, donde la infraestructura de un salón de clases sea el ideal para que los estudiantes se sientan motivados a recibir una clase.
¿Por qué tenemos que sentirnos orgullosos de aquellos jóvenes que tienen que caminar kilómetros para ir a una escuela? ¿Acaso no sería mejor dignificarlos poniendo un centro de estudios a su alcance? Tenemos una sociedad conformista que aun sabiendo que está pagando impuestos y que si los paga es porque merece que el Estado se los devuelva en educación, en salud y también en seguridad.
Me gustaría invitar a los jóvenes a luchar. Sí, hay que luchar trabajando para conquistar las expectativas que tenemos, como personas y como salvadoreños.