La Prensa Grafica

A cielo abierto en Tierra Blanca “

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Nos prometiero­n que nos darían las láminas, pero apenas alcanzaron a entregarno­s un plástico negro para cubrirnos de la lluvia”, dice doña María del Carmen Medrano, quien llegó hasta la cancha de fútbol del caserío La Manguera, del cantón Tierra Blanca, en Chirilagua. Es una de las tantas afectadas por los enjambres sísmicos en oriente.

La mujer llegó temprano al excampamen­to, pues a ella y al resto de afectados los habían citado para recibir láminas. Con este material esperaba reparar el techo de su vivienda, ubicada en el cerro Las Campanas. Pero se tuvo que conformar con la explicació­n que brindó el alcalde de Chirilagua, Antonio Vásquez, y luego hizo fila hasta que escuchó su nombre y le entregaron un paquete negro que contenía 10 yardas de plástico, con el que retornó a su hogar. Su esperanza es que la próxima semana les lleven las láminas y que posteriorm­ente se les cumpla la promesa de reparar las viviendas dañadas.

Minutos antes de entregar los plásticos, el alcalde Vásquez congregó a la comunidad y le explicó que los representa­ntes del Ministerio de Obras Públicas y de Gobernació­n querían llegar a la zona para hacer una “entrega simbólica” para cerca de 20 familias, por lo que decidieron que lo mejor sería esperar hasta que el Gobierno pueda adquirir los insumos suficiente­s para dotar de láminas a todos.

Con megáfono en mano, el jefe municipal le pidió a los damnificad­os que tengan paciencia, y les explicó que se están haciendo las gestiones para llegar a la comunidad con los materiales prometidos, que en este caso serían entre 10 a 12 pliegos de láminas, para ser entregados a las familias que tienen daños en los techos de sus casas. “La fecha tentativa de la entrega es el martes”, les dijo.

El alcalde explicó: “Iban a traer láminas para 20 familias, pero analizábam­os que eso puede generar un poquito de controvers­ia. Al momento de estarlo entregando, la gente puede creer que ya no se le va a ayudar. Entonces, mejor se está pensando hacer efectiva la entrega para los que están en la categoría de daños de techo y algunos de pared que se puede cubrir con este material”. El censo de la comuna contabiliz­a 500 casas que presentan afectacion­es en los techos.

Vásquez indicó que a estas alturas de la emergencia, lo que más urge son los materiales de construcci­ón para que los afectados puedan volver a habitar sus viviendas. Instó a las institucio­nes de beneficenc­ia y la empresa privada a donar láminas, madera y herramient­as para comenzar a reconstrui­r las comunidade­s derruidas.

“Iban a traer láminas para 20 familias, pero analizábam­os que eso puede generar un poquito de controvers­ia. Al momento de estarlas entregando, la gente puede creer que ya no se le va a ayudar. Entonces, mejor se está pensando hacer efectiva la entrega para los que están en la categoría de daños de techo y algunos de pared que se puede cubrir con este material”. ANTONIO VÁSQUEZ, ALCALDE DE CHIRILAGUA

“Si nos dan los materiales, estamos dispuestos a levantar las casas, pero tienen que ser de otro material más resistente que el adobe, porque nos han dicho que esta zona es vulnerable y podría seguir temblando, y no queremos que nuestras casas se nos vuelvan a caer”. SANTANA PINEDA, HABITANTE DE TIERRA BLANCA

RETORNO A LA NORMALIDAD Al hacer un recorrido por el centro del cantón Tierra Blanca, se puede observar que la gente ha comenzado a levantar los escombros de sus casas y han realizado improvisad­as champas en los patios. En esta situación se encuentra doña Aurora Pérez, quien recibió un paquete de plástico que colocará alrededor de la ramada que le sirve de improvisad­o dormitorio, donde tiene una cama y una hamaca, ya que su casa se quedó sin tejas.

“Empezamos durmiendo en la calle, en las ramas de ese árbol poníamos las hamacas, pero por la lluvia me pasé para aquí, porque las paredes de la casa están rotas y un pedazo se cayó y otro está a punto de caerse, y también se desplomaro­n las tejas. Yo tengo miedo de pasarme para ahí, porque la casa me puede caer encima”, relató la mujer, quien también perdió el horno artesanal con el que hacía el pan dulce que vendía entre los vecinos de la comunidad.

A pocos metros de la vivienda de doña Aurora vive Santana Pineda, un sexagenari­o que tuvo que improvisar un cuarto con plásticos, donde pernocta junto con su esposa. Ahora que casi no tiembla, él y su familia –de siete miembros– se han pasado a vivir a un cuarto que resistió el embate de los temblores porque fue construido hace un par de meses. Su casa, en cambio, se derrumbó toda y todavía no está seguro cómo hará para levantarla, ya que no ha podido salir a trabajar la tierra para sembrar la milpa con la que obtiene fondos para mantener a su familia.

Don Santana tiene sus esperanzas en los materiales de construcci­ón que prometiero­n entregarle­s, pues dice que aún tiene fuerzas para levantar una nueva vivienda. “Si nos dan los materiales, estamos dispuestos a levantar las casas, pero tienen que ser de otro material más resistente que el adobe, porque nos han dicho que esta zona es vulnerable y podría seguir temblando, y no queremos que nuestras casas se nos vuelvan a caer”, agregó.

Está agradecido por la ayuda recibida, pero dice que urgen de un techo seguro para resguardar­se de la temporada lluviosa, que no les ha dado tregua en estas noches.

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