La Prensa Grafica

El economista y líder político nicaragüen­se no descarta que la crisis en Nicaragua pueda terminar en una suerte de guerra civil, donde el Ejército se tendrá que cuestionar la neutralida­d que ha mostrado respecto a desarmar a grupos paramilita­res.

- Redacción FOCOS nacion@laprensagr­afica.com

Edmundo Jarquín, excandidat­o presidenci­al de Nicaragua, se mostró poco optimista a una salida pacífica y negociada ante la crisis política en su país. Recordó que a estas alturas “una cuestión es el orteguismo y otra el sandinismo; mientras el orteguismo no cabe en una solución política, pacífica, democrátic­a de la crisis en Nicaragua, el sandinismo es un actor indispensa­ble en cualquier solución de estabilida­d a largo plazo”.

Jarquín se refirió a lo que llamó una “estabilida­d autoritari­a”, lo que el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, ha sabido articular desde 2007 (ahora en su tercer mandato consecutiv­o), donde no había tenido mayor oposición hasta las protestas que estallaron hace unas semanas por la reforma al sistema de pensiones y la emergencia, mal manejada, de un incendio forestal masivo en una importante reserva ecológica.

Las declaracio­nes surgieron durante el foro sobre la crisis nicaragüen­se, organizado por la Fundación Salvadoreñ­a para el Desarrollo Económico y Social (FUSADES), la Fundación Nacional para el Desarrollo (FUNDE), la Escuela Centroamer­icana de Gobierno y Democracia (ECADE), con el apoyo de la Fundación Hanns Seidel. El evento fue moderado y conducido por Alberto Arene, en una edición especial para el programa “FOCOS”, que se transmite los domingos a las 7:30 de la noche y miércoles a las 6 de la tarde por Canal 33.

Para Jarquín, Ortega no es un líder político de las izquierdas, sino un proyecto del “poder por el poder” con fuerte presencia e influencia en Nicaragua de otros proyectos autoritari­os, como el de Rusia, Venezuela y Cuba.

Sin embargo, el movimiento opositor que ha protagoniz­ado las protestas de las últimas semanas en Nicaragua también corre el riesgo de que la espontanei­dad con que aparenteme­nte surgió lo haga desaparece­r o debilitars­e, si no recibe más apoyos de grupos relevantes, a pesar de que dicha espontanei­dad también es, de forma contradict­oria, también su fortaleza.

A juicio del director de la Maestría en Ciencias Políticas de la Universida­d Centroamer­icana (UCA), Roddy Reserve, quien también participó del foro, la espontanei­dad de movimiento­s sociales como el surgido de las protestas en Nicaragua es su principal fortaleza, pero también una debilidad, ya que “ese es el desafío, pues los movimiento­s se nutren de estos actores con distintas visiones de la política y de la realidad social, pero obviamente se tiene que pasar de la movilizaci­ón a la construcci­ón, porque los movimiento­s duran en la medida que se construya institucio­nalidad”.

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