“ME PREGUNTAN SI EL BRAZALETE PESA, APRIETA O SUENA”
M“La jueza me dijo que de unas 50 personas que habían seleccionado como candidatos a utilizar el brazalete, solo había una que cumplía con todos los requisitos en comportamiento y sometimiento: era yo”, recuerda María este lunes mientras se acomoda, arriba de su cama, el dispositivo electrónico en el tobillo izquierdo. Vive en un pequeño cuarto de la casa de una de sus hijas en Ciudad Delgado, departamento de San Salvador.
El siguiente día de esa audiencia, María fue trasladada desde la granja penitenciaria de Izalco, donde guardaba prisión, hasta un hotel capitalino. Allí, la sentaron en una silla y le colocaron el brazalete. La presentaron ante los medios de comunicación como la primera salvadoreña a quien le colocaban el aparato electrónico, el proyecto insignia del Gobierno con el cual pretende descongestionar las cárceles.
María, de 45 años, fue condenada en septiembre de 2012 a cumplir una pena de ocho años y medio de prisión por el delito de trata de personas agravada. Desde ese 8 de diciembre de 2017 goza de libertad condicional con el uso del brazalete.
Recuerda que tras salir de ese hotel tenía muchas dudas sobre el funcionamiento del aparato que le resaltaba como un bulto extraño en el pie izquierdo, arriba de una de las correas del par de aría se enteró de que iba a salir de prisión con un brazalete en el tobillo un día antes de recuperar su libertad. Una jueza de Vigilancia Penitenciaria se lo dijo aquel jueves 7 de diciembre de 2017 en una audiencia especial, a la que llegó con la idea de que se trataba de una gestión de su abogado defensor.