La Prensa Grafica

El Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. San Marcos 14. 12-16. 22-26

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Medito las palabras del Papa Benedicto XVI: “Sí, os escribo desde el Cenáculo, recordando lo que ocurrió aquella noche cargada de misterio. A los ojos del espíritu se me presenta Jesús, se me presentan los apóstoles sentados a la mesa con Él. Contemplo en especial a Pedro: me parece verlo mientras observa admirado, junto con los otros discípulos, los gestos del Señor, escucha conmovido sus palabras, se abre, aun con el peso de su fragilidad, al misterio que ahí se anuncia y que poco después se cumplirá. Son los instantes en los que se fragua la gran batalla entre el amor que se da sin reservas y el misterio de iniquidad que se cierra en su hostilidad. La traición de Judas aparece casi como emblema del pecado de la humanidad. “Era de noche”, señala el evangelist­a Juan (13, 30): la hora de las tinieblas, hora de separación y de infinita tristeza. Pero en las palabras dramáticas de Cristo, destellan ya las luces de la aurora: “pero volveré a veros y se alegrará vuestro corazón y vuestra alegría nadie os la podrá quitar” (Jn 16, 22). (Oraciones de corazón a corazón n.º 286, 287).

Y así te vi, te vi aquella tarde del Jueves Santo en la fundación de la Eucaristía cuando en la víspera de tu muerte no quisiste dejarnos solos y fundaste la Eucaristía, y fundaste el orden sacerdotal, y tomaste el pan en tus manos benditas, y con tu poder de Dios Omnipotent­e transforma­ste aquel pan en tu Cuerpo, y tomaste el cáliz con el vino y con tu poder de Dios Omnipotent­e transforma­ste ese vino en tu preciosísi­ma sangre. Nos dejabas este testamento de amor. Querías estar con nosotros sacramenta­lmente hasta la consumació­n de los siglos. Amor. Amor. Amor. Donación. Ese también tiene que ser mi camino.

En esta noche santa, en esta última cena nos has dejado tu gran don: LA EUCARISTÍA.

CRISTO permaneces con nosotros, cuando te anticipas en tu vuelta al seno del Padre.

Permaneces en medio de nosotros y eres AMIGO a quien podemos acudir, a quien podemos recibir como alimento de Vida.

CRISTO preparas nuestra morada en la casa del Padre.

Para eso vuelves a Él, como HIJO suyo, como AMIGO nuestro.

CRISTO nos preparas esta morada. Para eso permaneces con nosotros. Sigues siendo nuestro MAESTRO, que nos instruye, ilumina y acompaña... para merecer y alcanzar

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