Necesitamos un tercer FOMILENIO
El agua debe ser la prioridad, antes que las oficinas de la Asamblea en todos los departamentos; antes que incrementar salarios y otras prestaciones.
En junio de 1968 me inicié trabajando con Bayer, destacado en San Miguel, con el propósito de asesorar a los clientes de la empresa en las diferentes actividades agropecuarias: algodón, cereales, ganadería, etcétera. Precisamente llegué cuando se iniciaba una sequía como la actual. Los agricultores me indicaban que, de acuerdo con la cantidad de nubes que tuviera el Chaparrastique en su cima así habría o no lluvia. Las nubes eran grandes y pequeñas y no llovió por tres semanas. Luego vinieron lluvias y todo el mundo olvidó, dándolo como normal. Mi persona desde aquel entonces ya escribía en los diarios y hablaba de captación de aguas lluvias en la zona oriental, pero una vez volvió a llover, era como arar en el mar.
En síntesis, las sequías han sido tradición en el país. Hablamos de ley de aguas y otras cosas, y casi seguro que con ley o sin ley las cosas no cambiarían mucho. Necesitamos un tercer FOMILENIO, pero no solo pensando en ayuda de nuestros tradicionales amigos, Estados Unidos, sino en un tipo de FOMILENIO bien administrado, como han sido el 1 y el 2, donde cada centavo se puede comprobar que ha sido usado para la finalidad planificada. Pienso que nuestros amigos de Taiwán, Japón, Estados Unidos, Israel, Holanda, España y otros más si les hacemos un planteamiento solicitando apoyo para el aprovechamiento de agua lluvia, para hacer pequeños embalses o lagunetas, obras de conservación de suelos y plantación de bosques productivos en áreas de fuerte pendiente, no me cabe la menor duda que dirían que sí, pero a cambio que se trabaje en un asocio público-privado en el manejo de los recursos, pues es usual que se solicitan para una cosa y se destinan para otra muy ajena a la planificada.
Estoy seguro que si a muchos agricultores se les plantea el darles un aporte significativo a cambio de la obra de captación de agua, habría muchos que lo aceptarían y en poco tiempo se vería gran progreso, en parte en la zona oriental, con cientos de reservorios destinados al riego, la pesca y hasta el agroturismo. Sin embargo, debemos asegurarnos que en estos programas no le den prioridad a montar grandes oficinas con equipo sofisticado, vehículos y altos sueldos en burocracia, y para el verdadero fin, los recursos sean modestos.
Particularmente pienso que debemos empezar por preparar técnicos especializados en este tipo de actividades, pues me consta haber observado la realización de pequeños embalses que con las primeras tormentas no soportaron la presión del agua, y se rompieron, y luego atribuir la deficiencia a causas que no son justificables. En 1966 se planeó captar aguas lluvias en las nuevas postas zootécnicas de Ahuachapán, Nueva Concepción, en Chalatenango, y Guacotecti, en Cabañas. Las tres fallaron. El ingeniero encargado renunció y hasta allí llegó la situación; se pudo haber traído un experto de Chapingo o de otro lugar que corrigiera el problema y tener estos lugares muy visitados como sitios demostrativos y de los cuales muchos agricultores tomaran ejemplo. Del agua hablamos mucho y hacemos poco, por lo que es indispensable que con recursos de países amigos y los pocos nuestros conseguir apoyo, pero como antes mencioné garantizando que tales recursos se usarán en programas de agua, conservación de suelo y reforestación de cuencas o zonas de recarga. El agua debe ser la prioridad antes que las oficinas de la Asamblea en todos los departamentos; antes que incrementar salarios y otras prestaciones; antes que muchos viajes innecesarios; antes que incrementar las partidas secretas de los tres órganos del Estado. Lo cierto es que podemos prescindir de muchas cosas que consideramos prioritarias y no lo son, pues sin agua y alimentos, difícilmente podemos vivir más de un par de días.