Daniel Ortega encamina a Nicaragua a una guerra civil
Para la mayoría de nicaragüenses la dictadura de Daniel Ortega es mucho peor que la de Anastasio Somoza, según cifras recientes de organismos no gubernamentales de Derechos Humanos la represión que comenzó el 18 de abril de 2018 ha causado más de 350 muertos y al menos 2,000 heridos con cientos de capturados y desaparecidos, redadas, asaltos a viviendas sin orden judicial, señalados como los responsables la policía y las turbas sandinistas o paramilitares, que responden a las órdenes de Ortega y su mujer la vicepresidenta Rosario Murillo.
Han atacado universidades, población civil, la Iglesia y sus representantes obispos y sacerdotes, incluyendo al nuncio apostólico Waldemar Stanislaw Sommertag; conocidas figuras de la sociedad civil, empresarios, campesinos, estudiantes, obreros, periodistas y dirigentes políticos ligados al sandinismo disidente comenzaron a ser señaladas como traidores y golpistas.
El barrio indígena de Monimbó, en Masaya, que fue un bastión sandinista en la lucha contra el dictador Somoza (1979), ahora se ha convertido en un símbolo de la resistencia y la insurrección cívica del pueblo nicaragüense, contra el dictador Daniel Ortega; el martes 17 de julio de 2018 la policía y los paramilitares de la dictadura atacaron sin piedad Monimbó con armas de guerra, la población civil se defendió con piedras, palos y armas artesanales, hay muchos muertos, de momento Ortega ha retomado a sangre y fuego el municipio de Masaya, pero las protestas y la desobediencia civil continúan en toda Nicaragua. El lema de “Juntos somos un volcán” de la última jornada de protestas (12-15 de julio de 2018) crece y se multiplica por toda Nicaragua. El baño de sangre que Ortega le ha impuesto a la población ha acabado con la democracia, el país va camino a una guerra civil.
Reconocidos políticos nicaragüenses han exigido a Ortega detener el genocidio, deponer el cargo y convocar a elecciones anticipadas, entre ellos los excomandantes guerrilleros sandinistas Dora María Téllez, Hugo Torres, Ernesto Cardenal poeta y sacerdote y hasta su hermano Humberto Ortega, exministro de defensa; así como los académicos Carlos Tünnermann, exrector de la UNAN, exministro de educación y exembajador; Sergio Ramírez Mercado, exvicepresidente y escritor destacado; Vilma Núñez, una defensora acérrima de los derechos humanos; el periodista Carlos Fernando Chamorro, y muchos otros más.
En El Salvador el gobierno y su partido FMLN se han solidarizado con el criminal Daniel Ortega, hemos escuchado desde el presidente Sánchez Cerén (Foro de Sao Paulo 17 de julio de 2018), hasta lideres importantes del partido, abrazar con regocijo la matanza que este dictador ha ordenado contra su propio pueblo, la ideología no puede ser pretexto para justificar una falsa conciencia sobre la realidad de injusticias que afecta a la población nicaragüense. En estas condiciones, la ideología se convierte en una herramienta de manipulación y control político para despojar a los ciudadanos de su libertad y democracia. “Señores del FMLN, siguen estando en el lado equivocado de la historia”.
Lo que ocurre en Nicaragua no es ajeno a nuestro país, por lo cual, la solidaridad del pueblo salvadoreño debe hacerse sentir, siendo importante la activación en nuestra sociedad de todos los mecanismos, jurídicos, políticos, diplomáticos y de apoyo directo a las víctimas que contribuyan a fortalecer una salida política a esta crisis, que ya está afectando la región centroamericana.