GANA confirma a su fórmula presidencial
Asistieron a votar únicamente 2,000 de 10,200 empadronados, según datos preliminares.
El Tribunal Electoral Nacional (TEN) de GANA informó, al cierre de la jornada de la elección interna que definió la fórmula presidencial para la próxima elección, que Nayib Bukele y Félix Ulloa fueron ratificados como candidatos del partido. Según los resultados que brindó el organismo electoral, la fórmula ganadora obtuvo el 91.14 % de los votos válidos, mientras que la fórmula compuesta por Wilfredo Salgado y Juan Carlos Mendoza, un 6.08%; con estos proclamaron como ganadores a Bukele y Ulloa.
Traducidos los porcentajes en votos y de acuerdo con datos preliminares proporcionados por la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH) que observó el proceso, la afluencia de votantes que ayer asistió a la sede nacional de GANA a ejercer el voto ascendió a 2,020 de un total de 10,209 ciudadanos que estaban habilitados para votar en la elección interna.
Los ganadores obtuvieron 1,863 votos frente a 125 de la fórmula con la que competían y que seguía vigente ayer durante la elección, según dijeron las autoridades del partido, pese a que Salgado presentó la renuncia a la precandidatura el sábado por la noche.
Al respecto, el presidente del partido, Andrés Rovira, dijo que lamentaban la decisión de Salgado y desconocían el motivo por el cual la había tomado pero que la respetaban.
De igual forma, el vicepresidente del partido y diputado, Guillermo Gallegos, dijo que en un primer
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GANA REALIZA ELECCIONES INTERNAS PARA ELEGIR CANDIDATO PRESIDENCIAL. momento consideró que era necesario que el candidato que presentaran fuera orgánico del partido, pero que en Bukele veían una “oportunidad real” para el partido de ganar la Presidencia de la República en la elección de 2019.
El candidato ganador no asistió a votar, en su cuenta de Twitter publicó que había sido hospitalizado, por ello, la dirigencia de GANA informó que harán un acto en fechas próximas para proclamarlo como la carta ganadora.
Las cifras preliminares, además, muestran que hubo 65 votos nulos y nueve abstenciones. La sinceridad en los enfoques sobre el fenómeno real es un componente verdaderamente crucial para que cualquier sociedad, cualesquiera fueren sus niveles de desarrollo, pueda desenvolverse de manera saludable y consistente en el curso del tiempo. Cuando las fórmulas tendenciosamente fantasiosas se quieren presentar como productos normales, a la corta o a la larga esas burbujas estallan, con efectos imprevisibles. Eso es lo que está pasando ahora mismo en el caso de Nicaragua, donde se quiso vestir de normalidad plena lo que era un arreglo de fuerzas para beneficios muy específicos. El régimen sandinista, de raíz dictatorial inocultable, y las cúpulas empresariales, decididas a resguardar sus intereses a toda costa, llegaron a un acuerdo que podría resumirse en este frase: “Si me dejas hacer, te dejo hacer”; y a partir de ahí todo pareció caminar sobre ruedas, hasta que el vehículo ficticio dio de sí, sacudido hasta desvencijarse por el intenso malestar popular, que ya no parece tener vuelta atrás.
Lo que estamos percibiendo cada vez con más nitidez en los entornos centroamericanos, caribeños y latinoamericanos es el quebranto progresivo de los viejos dogmas extremistas. En el campo de la izquierda ideológica, eso ya no hay cómo ocultarlo; y el ejemplo más patente se da en lo que fue el bastión revolucionario por excelencia: la Cuba castrista. Allá en los años sesenta, setenta y aun ochenta del pasado siglo todo hacía creer que el comunismo tendría vigencia indefinida, ya que, según sus promotores y gestores, ahí estaba la esencia del futuro. Pero el comunismo soviético se hundió por sí mismo, y dicha señal, aunque fue muy poco analizada como tal, abrió un nuevo horizonte. No es que el capitalismo de viejo cuño quedara fortalecido: por el contrario, lo que se mostró entonces, y desde entonces hasta la fecha, es que los extremismos ideológicos no tienen cómo sobrevivir. En estos días, la Cuba que viene de vuelta ya ni siquiera tiene empacho en borrar la palabra “comunismo” de su Constitución.
“Por la unidad de GANA creo que es importante que hagamos un esfuerzo alrededor del candidato”. GUILLERMO GALLEGOS, VICEPRESIDENTE DE GANA
Todo lo anterior tiene incidencia en nuestra realidad nacional. Y es que El Salvador ha sido, desde hace varias décadas, un escenario de experimentación histórica que es incansable fuente de señales y de mensajes, sobre todo desde que el fin de la guerra interna invalidó todas las tentaciones de protagonismo excluyente. A estas alturas, se va imponiendo cada vez más el imperativo de poner todas las energías nacionales al servicio del bien común, que en las condiciones actuales puede concentrarse en dos términos de alto impacto: normalidad y prosperidad. Trabajar en función de tales objetivos viene a ser, entonces, la misión prioritaria del momento que vivimos.
Los salvadoreños nos hemos venido acostumbrando a la anormalidad hasta el punto de tenerla ya como lo normal en el ambiente, lo cual constituye una distorsión que genera desajustes en cadena, y eso impide que haya desarrollo, progreso y prosperidad en la medida que se requiere para hacer del país un sitio de oportunidades y de proyecciones. Esto, que para muchos ya es inalcanzable, puede conseguirse a partir de la reconstrucción de la autoestima nacional que vaya vinculada con el aprovechamiento de nuestras ventajas comparativas, que son muchas, especialmente en el ámbito de lo humano.
En esa línea hay que partir del aseguramiento de la estabilidad básica, que sobre todo se patentiza en la estructura política fundamental, que se ha mantenido intacta desde que se rediseñó dentro de la solución negociada del conflicto bélico. En contraste con otras naciones en las que ha habido conflictos internos de esa índole, El Salvador salió fortalecido de la experiencia traumática, y eso hay que cuidarlo como un valor fuera de serie. El régimen de libertades que se activa en el ejercicio democrático es nuestro principal seguro de supervivencia responsable, lo cual nos permite administrar el presente y sustentar el futuro de manera verdaderamente constructiva. Tengámoslo presente en cada momento del devenir nacional.