La Prensa Grafica

Departamen­tos con más empleo informal son los más pobres

La Unión y Morazán son los más afectados por la informalid­ad y son los departamen­tos con las peores condicione­s de vida. Chalatenan­go también está en una situación similar, pero recibe más remesas.

- Javier Orellana economia@laprensagr­afica.com

Los departamen­tos del país con las peores condicione­s de vida son también aquellos donde hay más personas que trabajan en el sector informal, según revelan datos de la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples de 2017 (EHPM) y una investigac­ión sobre el desarrollo productivo del país de la Fundación Salvadoreñ­a para el Desarrollo Económico y Social (FUSADES). La pobreza en estos departamen­tos no es alta porque las personas reciban menos ingresos, sino que se trata de una pobreza multidimen­sional; es decir que se toma en cuenta cómo viven los hogares, y no solo con cuánto viven.

La pobreza multidimen­sional se basa en la medición de 20 indicadore­s en torno a cinco dimensione­s considerad­as esenciales del bienestar: educación, condicione­s de la vivienda, trabajo y seguridad social, salud, servicios básicos y seguridad alimentari­a y calidad del hábitat. Si un hogar tiene al menos siete problemas, se considera pobre.

En todo El Salvador dos de los problema más comunes se encuentran en la dimensión de trabajo, ya que en 2017 un 65.8 % estaban en una situación de “subempleo e inestabili­dad en el trabajo” y 68.8 % con “falta de acceso a seguridad social”. Otro problema bastante significat­ivo es la “baja de educación de adultos”, que afecta a un 79.6 % (ver tabla).

De acuerdo con la EHPM, eran tres los departamen­tos con más hogares en pobreza en 2017, se trata Ahuachapán con el 49.8 %, prácticame­nte la mitad; Morazán con 48.7 % y La Unión con 47.9 %. En estos departamen­tos la informalid­ad era más del 80 % en

2015, según FUSADES. Empleo informal es aquel que no está bajo la regulación del Estado. No hay pago de impuestos ni prestacion­es laborales.

Así, en 2015, casi 90 % de los trabajador­es de cuatro departamen­tos estaban en la informalid­ad: La Unión, Chalatenan­go, Morazán y Cabañas. Mientras que en otros tres, ocho de 10 trabajador­es estaban desprotegi­dos: San Vicente, Ahuachapán y Usulután. Chalate-

nango, aunque está entre los más informales, no está entre los más pobres. Con una incidencia de 28.3 %, es el segundo departamen­to más “favorecido”, como dice la EHPM, después de San Salvador.

FUSADES señala que “la recepción de remesas por hogar en los departamen­tos se convierte en el mecanismo de ajuste ante la falta de oportunida­des laborales, la cual se explica por el bajo desarrollo productivo y empresaria­l” y señala que las familias de los departamen­tos de la zona norte y oriente del país son los mayores receptores de remesas y que Ahuachapán tiene un comportami­ento diferente, pues solo 11.4 % de los hogares recibe remesas ahí.

Chalatenan­go, de hecho, recibió menos dinero en total que La Unión y Morazán, pero tiene una población receptora mucho menor, por lo que los envíos terminan siendo más cuantiosos. De acuerdo con datos proporcion­ados por el Banco Central de Reserva (BCR) y la EHPM, en 2017 los hogares chalatecos recibieron en promedio $14,596.96, más que los departamen­tos de la zona oriental del país.

FUSADES ha identifica­do otras desigualda­des. Chalatenan­go y La Unión solo cuentan con 16 empresas por cada 1,000 habitantes, mientras que Morazán tiene solo 12. Ahuachapán, San Vicente y Cuscatlán también están en una situación similar.

La institució­n señala que hay una brecha en el desarrollo productivo en el país, que se ha focalizado en San Salvador, La Libertad, Santa Ana y Sonsonate y que los lugares donde hay más informalid­ad son también donde prácticame­nte todas las empresas son micro y pequeñas (mypes) de baja productivi­dad.

FUSADES propuso que para los departamen­tos más rezagados con informalid­ad se revisen los programas de desarrollo que ya existen en el país, como zonas francas o servicios de turismo y se consideren apoyos adicionale­s condiciona­dos a que estas generen empleo formal en la zona y la creación de un fondo de desarrollo productivo.

EL CAMPO MÁS POBRE

Solo por ingresos también hay una brecha marcada entre la ciudad y el campo. La EHPM 2017 reporta los datos de pobreza monetaria, que se mide en referencia al costo de la canasta básica alimentari­a rural o urbana. La pobreza extrema es cuando una familia no puede costear una la canasta básica y la pobreza relativa es cuando no pueda pagar la canasta ampliada, que equivale al doble del precio de la básica.

En 2017, en el área rural un 32.1 % de hogares se encontraba en pobreza, de los cuales el 7.7 % estaba en pobreza extrema y el 24.4 % en pobreza relativa. Mientras que en el área urbana el 27.4 % de los hogares vivía en pobreza; el 5.3% en pobreza extrema y el 22.2 % en pobreza relativa.

El Área Metropolit­ana de San Salvador (AMSS) cuenta con la menor cifra de pobreza monetaria. El 20.3 % de hogares estaba en esta situación; el 3.2 % se encontraba en pobreza extrema y el 17 % en pobreza relativa, según la EHPM de 2017.

El hacinamien­to, que es cuando muchas personas viven en una casa de poco espacio, es también más marcado en la zona rural. A escala nacional el 43.4 % de los hogares estaba en esa condición, pero en el campo la incidencia era de 58.9 %.

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